
Meditación - 2022 abril 3
(Lectura de la Biblia en tres años: Génesis 2:4–25, Mateo 1:18–20)
MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO
Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús. —¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó. […] —Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo. —¡Así que eres rey! —le dijo Pilato. —Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.
—Juan 18:33, 36–37
Poncio Pilato tuvo el privilegio más grande de la historia: ser el juez de Jesucristo. Como autoridad designada por el imperio estaba versado en el Derecho Romano que actualmente es la base del derecho en casi todo el planeta. Aún así cometió una crasa injusticia: condenó a la pena de muerte por crucifixión a Jesús en quién no había hallado delito ¿Cómo así?
Los líderes judíos llevaron a Jesús ante Pilato acusándolo «con estas palabras: ―Hemos descubierto a este hombre agitando a nuestra nación. Se opone al pago de impuestos al emperador y afirma que él es el Cristo, un rey.» (Lucas 23:2). Pilato preguntó a Jesús si era el rey de los judíos. Jesús no negó que él sea rey, pero le dejó en claro que su reino no es de este mundo, cuando dijo: «Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. ―¡Así que eres rey! —le dijo Pilato. ―Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.» (Juan 18:37). Pilato comprendió que Jesús como Cristo no sería un rey terrenal y que era más que un simple ser humano (Juan 19:7,8). Lastimosamente tuvo más miedo de la gente que de Dios mismo aunque estuvo en su misma presencia. El pecado de Pilato es de idolatría. Cuando nosotros elegimos como prioridad cualquier cosa antes que Dios somos idólatras, un pecado por el que merecemos la ira eterna de Dios. Cristo, con sus méritos, ganó nuestro perdón. En gratitud vamos a querer ver en Cristo más que un simple maestro, pues Él es del Rey de Reyes y Señor de Señores, el Creador.
«¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!» (Apocalipsis 5:13).
Oración:
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