(Lectura de la Biblia en tres años: Génesis 13, Mateo 5:17–20)

JESUCRISTO ES TODOPODEROSO

Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia.

—Efesios 1:22

Hace unos años atrás una persona me dijo que la Biblia colocaba a Cristo en una posición muy superior, tanto que podía decirse que era «un dios» en el sentido de que tenía mucho poder, pero que de ninguna manera el mismo poder que Dios. Así Jesucristo sería «poderoso», pero no «todopoderoso». Pero, ¿Qué es lo que realmente enseña la Biblia?

Los cristianos enseñamos lo que Cristo y la Biblia enseñaron porque la Biblia es nuestra única autoridad en doctrina y práctica. La Biblia enseña claramente que Jesucristo es «todopoderoso» en muchos pasajes. Quienes se oponen a esto, a menudo citan textos que muestran limitaciones de Cristo. Por ejemplo cuando él dijo que ni el hijo sabía el día del fin del mundo. Pero tales citas están sacadas de contexto pues provienen del tiempo cuando él voluntariamente limitó sus atributos divinos a fin de vivir una vida plenamente humana con el propósito de ser nuestro sustituto al obedecer como ser humano, la voluntad de Dios que nosotros no hemos obedecido. Esa existencia limitada asumida por Cristo para nuestra salvación era de carácter temporal, tal como lo afirma en su oración sacerdotal momentos previos a su pasión: «Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera» (Juan 17:5).

Como el Verbo Eterno de Dios, antes de su encarnación, Cristo era todopoderoso lo que incluye que también era omnisciente (lo sabe todo) y omnipresente (no está limitado en el tiempo ni en el espacio). Después de su resurrección él permitió que esos atributos también los posea su naturaleza humana glorificada de tal modo que pudo decir: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.» (Mateo 28:18) y que Pedro pueda reconocer: «Señor, tú lo sabes todo» (Juan 21:17) Sí, Cristo resucitado es todopoderoso y no solo gobierna absolutamente en todo lo que acontece en el universo, sino que es la cabeza de la iglesia, un reino eterno de sacerdotes al servicio del Cordero de Dios «que fue inmolado desde el principio del mundo» (Apocalipsis 13:8).

Oración:

Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. En esta iglesia cristiana diaria y completamente él me perdona a mí y a todos los creyentes todos los pecados. Y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y nos dará vida eterna a mí y a todos los que creen en Cristo. Amén.

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