(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 3:6–4:4, 2 Tesalonicenses 3:1–5)

EL PAN NO CAE DEL CIELO

Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás.

—Génesis 3:19

Dios ha provisto todo lo necesario para que el pan asignado para usted o para su familia no falte. Sin embargo él no ha dispuesto que caiga del cielo como sucedió con los israelitas en el desierto. Cuando Jesús multiplicó los cinco panes para la gran multitud ellos pensaron que sería mucho mejor que él fuera el rey y así no sería necesario que nadie trabaje ya que el gobierno proveería gratis los alimentos. Todavía muchos imaginan que Jesucristo retornará para establecer un nuevo orden mundial donde él sería el rey mundial que le dará el sustento material a cada persona.

Pero Dios ha dispuesto otra manera de hacerle llegar al ser humano sus bendiciones, y esa manera es la de bendecir su trabajo honrado aunque esforzado. Dios no está distante de nosotros, sino que participa activamente en nuestras vidas, suministrando los recursos que vamos a necesitar cada día. Jesús nos enseñó a orar, y a pedir nuestro pan diario directamente a él y no a un ser humano pecador, ya sea el jefe de su trabajo o el gobernante de la región donde vive. Cristo enseñó a pedir el pan al Padre celestial en quien podemos confiar con la certeza de que conoce mejor nuestras necesidades más de lo que nosotros mismos lo sepamos y tal como está escrito: «Recompensa de la humildad y del temor del Señor son las riquezas, la honra y la vida.» (Proverbios 22:4).

Oración:

Señor, aunque tú ya has dispuesto la provisión de nuestro pan diario desde el inicio de los tiempos, y has designado al trabajo como el medio por el cual usualmente ha de llegarnos, te doy gracias y confieso que no solo ese pan sino todo lo bueno que tengo es tuyo y me lo has encomendado en tu gran bondad. Concédeme por tus medios de gracia que yo, en gratitud a tu amor, sea un administrados fiel. Amén.

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