
Meditación - 2021 septiembre 2
(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 44:9–28, Colosenses 3:5–17)
LA INTERCESIÓN POR LOS ENFERMOS
¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará. Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.
—Santiago 5:14–16
Desde el año pasado somos testigos del inmenso poder que radica en la enfermedad. Muchas son las personas que en todo el mundo han sucumbido ante el ataque viral durante la pandemia de la primera parte del siglo 21. Inclusive los trabajadores en salud: médicos, enfermeras, para médicos, etcétera, han caído enfermos o muertos a pesar de haber recibido la vacuna correspondiente ¿cómo enfrentar y vencer al virus Covid19, un ser tan minúsculo, que causa desastres tan mayúsculos? Parece imposible. ¿Lo es?
La Biblia responde contundentemente: «Para Dios no hay nada imposible» y Jesús añade: «Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios» (Lucas 1:37; 18:27). Las enfermedades siempre han resultado un duro desafío para la ciencia médica pues no siempre afectan a todos por igual. No es fácil dar con la cura. Llega un momento en el cual nos parece que no hay final para nuestros padecimientos. Pero, puesto que la Palabra dice: «No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús, ha llegado el momento de preguntarnos, no el por qué, sino el para qué. En principio no es para castigarnos o destrozarnos, pues ha dejado bien en claro que él nos ama incondicionalmente. Por esa razón instruye al enfermo que llame a quienes pueden orar por él. Así se encomienda la salud del paciente en manos del Señor. Pero eso no significa que deba rechazar tratamientos médicos profesionales o tradicionales. Santiago menciona el aceite, que en ese tiempo era usado como medicamento. No orar por el bienestar de nuestro prójimo es hacer mal uso del nombre de Dios. Jesucristo invocó a Dios en oración por su prójimo enfermo. Lo hizo perfectamente como nuestro sustituto y también sufrió el castigo que merecemos por este pecado. en gratitud vamos a querer orar por el bienestar de nuestro prójimo.
Oración:
Señor, confieso que soy un siervo inútil pues hice solo lo que tenía que hacer y, además, lo hice imperfectamente. Sé que por eso merezco toda tu ira. Pero Cristo pago por mis culpas e hizo el mérito suficiente para que yo pueda recibir tus recompensas de gracia. Te suplico me concedas un corazón agradecido que aprecie tu gran bondad y, en gratitud haga uso correcto de tu nombre. Amén.
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