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Meditación - 2021 septiembre 13

(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 58, 1 Tesalonicenses 4:6–12)

BENDITO EL QUE CONFÍA EN EL SEÑOR

Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.»

—Jeremías 17:7,8

Un equilibrista que había cruzado exitosamente sobre las cataratas del Niágara caminando en la cuerda floja y cargando una silla sujeta sobre sus hombros, preguntó a los espectadores: ¿Creen que puedo volver a pasar con igual éxito, esta vez llevando una persona sentada en la silla? La multitud gritó un sonoro sí al unísono. Pero luego que el hombre preguntó: ¿Quién se ofrece de voluntario? Un silencio sepulcral se hizo presente junto a las expresiones de pánico de la multitud.

Es muy fácil afirmar que confiamos en Dios cuando todo va bien. Es en los momentos de gran dificultad en los que nuestra fe desaparece. Pero son esos momentos los que nos ayudan a ver que nuestra fe no había sido genuina. Muchos de nosotros queremos ser cristianos fructíferos. Para lograrlo pensamos que necesitamos hacer nuestro mejor esfuerzo para creer. El repetir constantemente: “Lo creo, lo proclamo, lo decreto” solo muestra que estamos tratando de sugestionarnos sin resultados auténticos. ¿Cómo es posible?

Utilizando la figura que usa el Salmo 1, Jeremías describe al creyente como un árbol que está plantado junto a una fuente de agua que nunca se agota, y que por lo mismo siempre está verde y dando fruto, aún en los tiempos más difíciles. Tal árbol soporta la adversidad con éxito y permanece pleno de frutos, así el creyente que se nutre de la fuente de agua viva que fluye de las Escrituras, y que le proporciona la comunión con Dios mismo no necesita sugestionarse para creer. La fe no resulta de nuestro esfuerzo por creer. Por el contrario la fe es producida por el poder del evangelio en el corazón del ser humano transformándolo en un creyente fructífero. Por nosotros mismos no podemos tener fe ni ser afirmados en ella. La fe es un don que Dios imparte gratuitamente al ser humano por sus medios de gracia (el evangelio y los sacramentos del bautizo y la Santa Cena). Por esos mismos medios la fe es fortalecida. Cuando el evangelio es adulterado (añadiéndole reglas para hacerlo ley) no fortalece la fe y ésta puede debilitarse e incluso perderse (Gálatas 1:6-7; Lucas 8:11-15)

Oración:

Señor, te doy gracias por el evangelio, el bautizo y la Santa Cena que son tus medios de gracia por los que me das la verdadera fe y me afirmas en ella. Te suplico abras mis oídos para que oyendo crea y creyendo confíe siempre en ti para vida eterna. Amén.

 

Lea el Capítulo Completo Aquí


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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