(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 12, 1 Timoteo 5:1–5)

La llave

La Palabra de Dios: Busqué al Señor, y él me escuchó, y me libró de todos mis temores

(Sal 34:4).

»Cuentan que un día estaba Luis en la calle, preocupado, cuando se le acercó un amigo y le preguntó: –¿qué sucede? Y él le respondió: – No encuentro mi llave. – ¡Qué terrible! Te ayudaré. Se arrodilló y luego preguntó: – ¿Dónde la perdiste? – En mi casa. – Entonces, ¿por qué la buscas aquí afuera? – Porque aquí hay más luz.1

¿A usted le ha sucedido como a Luis? Creo que todos hemos pasado por situaciones parecidas. Recuerdo que antes de llegar a la vida cristiana, yo buscaba un objeto que pudiera llevar mi corazón. Me sentía ansioso, solo, sin rumbo, busqué en lugares incorrectos mi felicidad y bienestar, anduve con las personas equivocadas. Pero llegó a mi vida el mensaje de Dios y las buenas noticias de Jesús, mi Salvador. Jesús estuvo todo el tiempo allí y no lo vi, buscaba y buscaba y no veía, el velo del pecado y el orgullo no me dejaban verlo.

Como cristianos tenemos dos desafíos. En primer lugar, el desafío de ayudar a otros a encontrar verdaderamente el lugar donde deben buscar a Dios, en nuestra congregación, en la Biblia. Y el segundo desafío es seguir buscando a Dios correctamente. No podemos buscar a Dios a nuestra conveniencia o aplicar su voluntad a nuestra conveniencia. Jesús nos dice “Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá” (Mateo 7:7) Solo así en Cristo podremos heredar la vida eterna. A veces, en nuestro orgullo pecaminoso, buscamos la felicidad afuera o en el dinero o los placeres de este mundo, cuando las únicas y verdaderas respuestas para la felicidad y la paz están en la vida nueva que llevamos gracias a Cristo Jesús. Eso es lo que agrada a Dios. Si seguimos buscando en el lugar incorrecto, seguiremos diciendo como Luis “No encuentro mi llave.”

Oración:

Padre celestial, gracias por enseñarme a buscar siempre en ti para recibir tus bendiciones y la vida eterna en tu Hijo amado Cristo Jesús. Amén

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