
Meditación - 2021 octubre 26
(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 31:27–40, Tito 3:12–15)
El Premio Nobel de Jesús
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20
Devoción: Marie Curie fue una química y física, de origen polaco, pionera en el campo de la radioactividad. Junto a su esposo Pierre Curie, descubrió los elementos químicos Radio y Polonio. Durante la Primera Guerra Mundial, ayudada por su hija Irene que ya tenía 18 años, prestó su colaboración a los aliados, instruyéndolos en el manejo de los equipos de rayos X.
Esta afamada científica murió el 4 de julio de 1934, en Alta Saboya, Francia, a los 66 años de anemia aplástica, lo más probable debido a su exposición a las radiaciones. En 1995, sus restos, junto a los de Pierre, fueron trasladados a la cúpula del Panteón de París por los méritos de ambos.
Su vida obra es admirable. Marie Curie fue una gran mujer que dedicó su vida por el bien de los demás a través de la ciencia. Hoy lo queda de ella se encuentra en París y todos pueden ir a visitar ese lugar. Sin embargo, conozco a un amigo fiel que hizo una obra meritoria superior a la de la distinguida científica. Ese amigo vino a la tierra con un propósito que ningún otro mortal asumiría por lo que implicaba: sufrimiento sin medida y límite. Ese amigo es Jesús, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, regalo obsequiado por Dios para perdón de pecados y salvación de la humanidad. Jesús, mi amigo fiel merece un Premio Nobel porque su sacrificio por mí y por ti y por tu prójimo nos salvó de la muerte, y de caer en manos del diablo en su casa infernal de castigo.
A veces, me pongo a pensar y ponerme en el lugar de mi Jesús. Imaginen todo el sufrimiento y la burla de que él fue objeto. Jesús vino a dar amor que terminó en una cruz donde sangró y murió por mí. Sinceramente, tiemblo al imaginar aquel sufrimiento que resistió. Es por ello que Jesús tiene mi voto para el Premio Nobel.
Oración:
Padre celestial, que pobre y pecadora criatura soy. Te doy gracias porque me diste vida por medio de Jesús, gracias por librarme de la muerte. Amén
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