(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 28, Tito 1:1–4)

Palabra de Dios: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

Gálatas 5:22-24

Devoción: Andres siempre sintió un vacío, como un hueco en su corazón. Su vida era una incertidumbre y, a pesar de su familia que lo quería mucho y también sus amigos, se sentía solo. Su vida no tenía sentido.

Andres me contó que cuando apenas tenía un poco más de 11 años, su padre lo llevó a una iglesia y allí conoció al que sería su mejor amigo y Salvador. Conoció a Cristo Jesús. Sus días cambiaron y pudo ver la luz en esa oscuridad que, hasta entonces, reinaba en su vida. ¡Dios le había dado la oportunidad de darle sentido a su vida! Su Hijo Jesús había dado su vida para salvarlo. Poco a poco lo hizo cambiar y, por medio del Espíritu Santo, logró sentir y dar amor, alegría...

¿Cuántas personas necesitan hoy de Cristo? Muchas, y es muy triste ver como en la actualidad la cultura de consumir constantemente ropa, auto, lujos...descuidando precisamente su interior, su alma.

Yo conozco de personas que prefieren comprar ropa a pesar de que no tienen pan para comer.

Es por ello que debemos edificar nuestras vidas con el Espíritu Santo…. obtener sus frutos y compartirlos con los demás. Como cristianos, estos frutos nos llenan de fortaleza y son escudo contra el mal, contra ese viejo Adán que nos quiere desviar hacia el camino del diablo. Nosotros somos de Cristo, y debemos actuar así en todo momento. Su sangre redentora nos hizo libres y nos dio el regalo de la vida eterna. Con Cristo hemos crucificado la carne con nuestras pasiones y deseos.

Oración:

Padre celestial, ayudanos a seguir cosechando los frutos del Espíritu Santo, y que tu hijo Jesús me acompañe siempre para nunca sentirme solo o abandonado. Amén

Lea el Capítulo Completo Aquí