(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 22, 2 Timoteo 2:14–19)

El Carpintero

La Palabra de Dios: ¿No es éste el hijo del carpintero?...

(Mateo 13:55)

El abuelo de mi amigo, Emilio, era carpintero. Su trabajo era muy bueno, ganó mucha fama en nuestro pueblo natal. El arte de la carpintería le fascinaba al tal punto que nunca salía del taller donde se entregaba en cuerpo y alma a esa hermosa tarea. Gracias a sus obras, pudo sostener a su familia en tiempos difíciles, sus manos nunca se detuvieron para dar forma a la madera y con ello alimentar a su familia. Aunque, a veces, debido a la diabetes, enfermedad que padecía, debía dejar trabajos a medias. Pero aún así, para mi amigo Emilio, su abuelo fue el mejor carpintero del pueblo.

Al pasar de los años, y al conocer la historia de Jesús, me pude dar cuenta que el mejor carpintero del mundo es precisamente Jesús de Nazaret el Hijo de Dios. Jesús fue un verdadero carpintero, nunca dejó a medias ningún trabajo. Su mayor trabajo de carpintería fue precisamente el de cortar la condenación y la muerte de nuestras vidas a través de su mensaje salvador. Jesús supo, como nadie más, aserrar y pulir nuestros corazones con amor, desterrar el velo de la maldad y el orgullo que a veces nos llevan por el camino del odio y la maldad. Jesús nos permitió nacer nuevamente. Su sangre poderosa fue el barniz para dar brillo a nuestras almas que, empañadas por el pecado, vagaban en la oscuridad, Puesto que Jesús, nuestro carpintero y Salvador, obra para bien en nuestros corazones corruptos, nos hace hombres libres del pecado- Confiemos, pues, en ese Jesús que, como buen carpintero, nunca deja a medias ningún trabajo. ¡Qué brille siempre la luz de Jesús en nuestras vidas, ese carpintero Hijo de Dios, que no duda nunca en volver una vez más a reparar nuestra alma!

Oración:

Padre celestial, te damos las gracias porque, gracias a tu misericordia, podemos confiar plenamente en que tu Hijo amado Jesús nos libra de todo mal y pecado. Ayúdanos a sostener las pruebas de la vida con amor y plena confianza en tu amor. Amén

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