(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 10, 1 Timoteo 4:1–5)

El mejor título

La Palabra de Dios: En verdad, en verdad os digo: un siervo no es mayor que su señor, ni un enviado es mayor que el que lo envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.

(Juan 13:16-17)

Escribió José Martí, un gran pensador cubano, en su ensayo Nuestra América: “Cree el aldeano vanidoso que todo el mundo es su aldea”. ¿Cuántas veces hemos sido vanidosos y arrogantes? De seguro muchas veces, porque a veces nos olvidamos de llevar vidas humildes y llenas de caridad. Es cierto que en ocasiones nos encontramos con familiares, amigos o jefes que muestran mucha arrogancia por su posición ya sea porque creen tener más posesiones materiales, porque han estudiado en famosas universidades o incluso porque en la congregación goza de mayor prestigio o posición…, pero cómo actuar, qué nos dice Jesús ante tales circunstancias? Jesús deja en claro que en el reino de los cielos todos somos iguales sin importar cuántos títulos podamos tener dentro de un ministerio. Resulta quizá un poco difícil, porque en ocasiones debemos presentar nuestros méritos, logros y talento sobre todo a la hora de encontrar empleo, en momentos donde optamos por un reconocimiento y en ese sentido no está mal que digamos nuestras cualidades y logros. El pecado radica en la arrogancia desmedida y en que nos vanagloriamos de cosas terrenales y damos un testimonio indebido. Es por eso que debemos prevalecer atentos al diablo porque siempre nos lleva a la senda del pecado.

Miremos hacia ese espejo de amor y ejemplo que es Cristo Jesús, con humildad y regocijo lavó los pies de los otros, se humilló a causa de nosotros y murió por nosotros. Nunca fue arrogante aún cuando sabía que era el Hijo Dios, ¡qué muestras de amor infinito! Entonces, llevemos nosotros también una vida más humilde sin importar nuestros títulos. El mayor título lo llevamos gracias al amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.

Oración:

Padre celestial, gracias por darme el título de Hijo tuyo, ayúdame a llevar una vida humilde y libre de arrogancia como nos enseñó tu Amado Hijo Jesús. Amén

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