
Meditación - 2021 noviembre 29
(Lectura de la Biblia en tres años: Lamentaciones 5, Hebreos 11:8–17)
CARAS VEMOS, CORAZONES NO SABEMOS.
El que le da importancia especial a cierto día, lo hace para el Señor. El que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios.
— Romanos 14:6
¿Le disgusta que las personas adoren de manera diferente a la suya? En la actualidad, el culto de adoración al Señor ha experimentado diversas transformaciones. Desde la forma tradicional e histórica de tono solemne que prescinde de los instrumentos musicales por completo y emplea el canto monótono acapela hasta los actuales modelos similares a conciertos de estridente música pop. ¿Está perdiéndose la adoración verdadera?
Indudablemente no podemos regir sobre la manera en la que cada quien quiera expresar su gratitud al Señor en adoración. Hay quienes querrán danzar en gratitud a la misericordia divina y también hay quienes prefieren hacerlo en meditación silenciosa. Ninguna de las dos está mal si se la hace por la motivación correcta que es el corazón agradecido. El mismo rey David danzó en gratitud a la bondad de Dios y confesó con plena convicción: «Has cambiado mi lamento en baile; me quitaste la ropa áspera y me vestiste de alegría.» (Salmo 30:11) Es natural que la alegría de la salvación despierte expresiones de júbilo y exultación que no es saludable condenar o prejuzgar en su motivación. Sin embargo es evidente que no siempre es la gratitud la que ha modificado la celebración dominical. Muchas veces es el afán de mostrar agradable el culto ante los ojos de los asistentes y en tal caso ya no estamos frente a una adoración sino frente a un show cuyo propósito busca el deleite del participante en detrimento de lo central: las buenas noticias de la salvación. Esto es particularmente notorio cuando las personas salen alegres del culto debido a la buena música y al ritmo o las expresiones motivadoras y no por el consuelo de haber recibido el perdón. En el cielo el centro de la adoración es el cordero de Dios que ha sido inmolado. La gratitud está enfocada en lo que él hizo por la salvación de la humanidad. De ninguna manera otra cosa es la que resalta. En gratitud a la redención obrada por Cristo y por la cual hemos sido salvados vamos a querer pensar y decir junto con pablo: « Me propuse más bien, estando entre ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado.» (1 Corintios 2:2).
Oración:
Señor, te doy gracias porque siendo yo merecedor de toda tu ira y del infierno eterno, por tu misericordia me has trasladado al reino de tu amado Hijo. Por sus méritos me das la ciudadanía del cielo y el derecho de entrar libremente allí cuando mi vida en la tierra llegue a su final. En gratitud quiero compartir estas buenas noticias de salvación. Te suplico abras mi boca para que con denuedo pueda hablar de Cristo como evangelio. Amén.
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