(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 51:47–52:11, Hebreos 9:8–13)

LA GRATITUD DE LA PROFETISA ANA

Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

—Lucas 2:38

Son muchas las razones por las que queremos dar gracias al Señor, sin embargo hay una que reviste especial importancia. ¿Cuál?

Absolutamente todo lo que existe pertenece a Dios, pues es el él autor y creador de todas las cosas. Él nos las provee movido por su misericordia y en atención a los méritos de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Por tanto es natural que queramos serle agradecidos. Sin embargo, en el texto de la meditación de hoy, la profetisa Ana da gracias por otra razón. ¿Cuál?

El escritor Lucas nos informa que Ana dio gracias por lo que el niño Jesús era: El Redentor esperado. Ana dijo que Jesús era el Salvador, y no hay nada más importante que eso. Todo lo que Ana dijo de Jesús fue motivado, no por deseo de notoriedad sino porque la gratitud y la fe rebosaban de sus labios. Tal como está escrito: «El bien que hacen los buenos viene de lo que hay en su corazón. El mal que hacen los malos viene de lo que hay en su corazón. Sus palabras denuncian lo que hay en su corazón.» (Lucas 6:45, La Palabra de Dios para todos)

Gracias a Cristo, el Redentor, no hemos sido condenados por la eternidad. Él vino para obedecer perfectamente la voluntad de Dios y lo hizo en lugar nuestro para que esa vida justa nos sea atribuida a favor nuestro gratuitamente. Además, Cristo fue a la cruz para recibir en lugar de nosotros el castigo que merecemos por nuestro pecado. Por supuesto, vamos a querer ser agradecidos por la salvación que Cristo ganó para nosotros contando a los demás cuán grandes cosas él hizo por nosotros pecadores.

Oración:

Señor, con las palabras de tu ley moral golpeas mi conciencia. Así me muestras cuán pecador y merecedor soy de tu ira. Pero no me abandonas aterrorizado. Envías a tus siervos para consolarme con las buenas noticias del perdón ganado por Cristo. En gratitud quiero ser uno de tus mensajeros que anuncian la salvación que Cristo ganó por nosotros con su vida perfecta y su muerte inocente. Amén.

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