(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 49:23–39, Hebreos 7:14–19)

LOS DIRECTORES DE LA ACCIÓN DE GRACIAS

Por mucho tiempo, desde los días de David y de Asaf, había directores de coro y cánticos de alabanza y de acción de gracias a Dios.

—Nehemías 12:46

A algunas personas se les ha enseñado que la diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento tiene que ver con la manera de llegar a ser salvo: según esa enseñanza en el Antiguo Testamento la salvación era por obras, es decir por cumplir los diez mandamientos y que en el Nuevo Testamento la salvación es por gracia. Esta enseñanza no es bíblica aunque se usen versículos bíblicos para respaldarla ¿Por qué decimos eso?

Primero, porque según la Biblia nadie se salva por sus propias obras. Todo el sistema ceremonial del culto de Israel era la sombra del Nuevo Testamento. El cordero de la Pascua era una sombra del verdadero Cordero de Dios, Jesucristo. La misma Biblia nos dice cuál era la esperanza de Israel cuando, por ejemplo, nos dice que Abraham y Moisés confiaban en llegar a la Jerusalén celestial mediante la fe por los méritos de Cristo. Esa misma idea está presente en el texto de la meditación de hoy en la que Nehemías nos dice que ya desde tiempos de David los sacerdotes adoraban a Dios motivados por la gratitud a Dios.

Dios quiere que seamos agradecidos con él tanto por las bendiciones materiales diarias como por las espirituales. No lo hemos hecho perfectamente como Dios lo exige. Eso muestra que somos merecedores de toda la ira de Dios. Es solo gracias a que Jesucristo vivió una perfecta vida de gratitud consagrada a Dios y a qué entregó su vida en rescate por nosotros. En gratitud vamos a querer celebrar nuestros cultos en la iglesia y en nuestros devocionales familiares.

Oración:

Señor no he sido agradecido contigo perfectamente como lo exiges. Pero gracias a tu misericordia y a Jesucristo que vivió y murió para salvarme, tu Espíritu Santo ha creado en mí una nueva criatura que quiere darte gracias, concédeme que de hoy en adelante mi vida sea una de gratitud a ti hasta el fin de mis días. Amén. Amén.

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