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Meditación - 2021 noviembre 14

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 49:1–22, Hebreos 7:613)

CRISTO REY ES EL DIOS UNGIDO

Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

—Salmos 45:6–7, RV1995

Cuando Jesucristo se manifestó por última vez ante sus discípulos, le dejó bien en claro que le había sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Eso no era otra cosa que describir cómo la naturaleza humana de Cristo experimentaría los atributos de su naturaleza divina. La naturaleza divina de Cristo asumió la naturaleza humana de modo que hay un solo Cristo que es tanto hombre como Dios. En otras palabras, Cristo es el Dios hecho hombre que gobierna en todo el universo revestido de todo poder, o como lo dijo el apóstol Pablo: «Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo» (Colosenses 2:9).

Eso significa que Jesucristo no es como cualquier otro ungido. En la tierra muchos han sido ungidos, es decir que han sido investidos de poder, como reyes, sacerdotes o profetas. Cristo, por el contrario fue ungido Dios. Nadie nunca antes fue ungido Dios. El Hijo de Dios, la segunda persona de la trinidad, no necesita ser ungido Dios porque es Dios desde la eternidad en unión con el Padre y el Espíritu Santo. Entonces ¿por qué la Biblia dice que Cristo fue ungido Dios? Lo dice porque es el Cristo resucitado, quien tiene una naturaleza humana. Es en esta unción que su naturaleza humana es dotada de todos los atributos de su naturaleza divina. Es en tal circunstancia que los ángeles, quienes solo adoran a Dios, reciben la orden de adorar a Cristo como Dios hombre. Los ángeles y toda la corte celestial adoran a Cristo resucitado como el Cordero Inmolado. Nosotros, los seguidores de Cristo que hemos sido beneficiados con el perdón y la vida eterna que él compró para dárnosla gratuitamente, en gratitud también vamos a querer hacer lo mismo.

Oración:

Señor, no merezco tu misericordia. Pero por tu amor misericordioso me salvaste por los méritos de Jesucristo En gratitud quiero ser como tú quieres que sea. Te suplico que en tus medios de gracia me afirmes en la verdadera fe para la vida eterna y por el poder de tu evangelio me concedas no solo obrar lo justo, sino también amar lo bueno y aborrecer lo malo. Y que en mi vida el centro de mi adoración sea Jesucristo, el Cordero inmolado para mi bien. Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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