
Meditación - 2021 noviembre 13
(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 48:17–47, Hebreos 7:1–5)
LA META FINAL DE TODA LA HISTORIA DEL MUNDO
En esa visión nocturna, vi que alguien con aspecto humano venía entre las nubes del cielo. Se acercó al venerable Anciano y fue llevado a su presencia, y se le dio autoridad, poder y majestad. ¡Todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoraron! ¡Su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino jamás será destruido!
—Daniel 7:13–14
Una de las enseñanzas más proclamadas por la iglesia a lo largo de los siglos es la que trata de la segunda venida de Cristo. Sin embargo esta enseñanza no es exclusiva del Nuevo Testamento. Como podemos notar, ya fue anunciada por el profeta Daniel a quien Dios se la reveló por medio de una visión nocturna. Como se trataba de una visión el relato tiene imágenes simbólicas pero la enseñanza es literal. ¿Cómo así?
La visión que fue dada a Daniel mostraba cuatro bestias monstruosas que representaban los reinos mundiales que vendrían antes del reino eterno de Jesucristo. Pero al llegar al capítulo de donde proviene el texto de la meditación de hoy, Daniel ve al Mesías prometido, el Dios-Hombre, el Salvador del mundo que fue establecido como el rey del reino eterno. Es fácil identificarlo como Jesucristo por lo siguiente: 1) su aspecto humano, no otra de las temibles bestias. Cristo, que con frecuencia se refería a él mismo como «el Hijo del Hombre». 2) «venía entre las nubes del cielo» no emergiendo del mar como hicieron las bestias, ni de pie sobre la tierra como estamos nosotros. Como lo dijo Jesús: «ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo.» (Marcos 14:62). 3) «¡Su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino jamás será destruido!», en contraste con el dominio limitado que los sucesivos imperios tuvieron en cierta área del mundo por un período de tiempo. 4) «¡Todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoraron!» Pablo lo explicó así: «para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.» (Filipenses 2:10–11). Así Daniel nos revela la meta final de toda la historia del mundo cuando el Mesías toma las riendas del gobierno eterno entre su pueblo, a quien ha comprado con la sangre de su misma vida. Fuimos rescatados de la condenación eterna a un alto precio, en gratitud vamos a querer «rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.» (Tito 2:12–13).
Oración:
Señor, por mi propio poder y capacidad no puedo llevar fruto. Pero por el poder de tu evangelio obrando en mi vida quiero llevar mucho fruto y que ese fruto permanezca, te suplico me lo concedas por los méritos de tu Hijo Jesucristo. Amén.
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