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Meditación - 2021 mayo 4

(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 119:17–32, 1 Corintios 11:23–26)

EL MAYOR BIEN DEL CREYENTE

Haz bien a tu siervo; que viva y guarde tu palabra. Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu Ley.

—Salmo 119:17–18, RV1995

Según una antigua canción las tres cosas más valiosas en la vida de una persona son: salud, dinero y amor. ¿Es verdad?

Aunque no negamos que tales cosas son verdaderos bienes, de nada sirven frente a la eternidad pues ninguna de ellas nos librará de la condenación eterna (Lucas 12:16–20) Por otra parte, el salmista, en el pasaje de la meditación de hoy, pide al Señor tres cosas que sí son bienes eternos: 1) que viva, 2) que guarde la Palabra de Dios, y 3) que sus ojos sean abiertos para comprenderla. ¿Cómo así?

En cierta ocasión María, la hermana de Lázaro y Marta, se sentó a los pies del maestro para atender a su enseñanza. Sentarse a los pies del maestro es una posición característica del discípulo (Hechos 22:3). Marta pidió al Señor que le diga a María, que le ayude con los quehaceres. «Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada». (Lucas 10:41–42) Sí, Jesús dice que hay una sola cosa necesaria y esa es escuchar su palabra y entenderla. ¿Por qué la Biblia enseña eso? Porque la palabra de Dios no es solamente una enseñanza que puede ser aprendida intelectualmente. Como está escrito, la Palabra de Dios es el poder que transforma al individuo: «Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón». (Hebreos 4:12). Solo la palabra de Dios obra la fe en el corazón para que podamos beneficiarnos de la salvación. Menospreciar la Palabra de Dios es un pecado por el que merecemos toda la ira de Dios. Lo hacemos, cuando en nuestra vida no es nuestra principal prioridad. Jesucristo apreció perfectamente la Palabra en lugar nuestro y sufrió, por nosotros, el castigo que merecemos. En gratitud, vamos a querer temer y amar a Dios, de tal modo que no despreciemos su palabra ni la prédica de ella; sino que la consideremos santa, la oigamos y aprendamos de buena voluntad.

Oración:

Misericordioso Señor, gracias te doy por el don de tu amado Hijo y por la revelación de tu voluntad y tu gracia. Te suplico que siembres tu Palabra en nuestros corazones para que produzca en nosotros buenos frutos y perseveremos en hacer el bien; que defiendas y gobiernes tu iglesia de tal modo que sea preservada en la doctrina pura de tu Palabra salvadora, para que así se fortalezca nuestra fe en Ti y aumente en nosotros el amor a todo el género humano. Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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