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Meditación - 2021 mayo 31

(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 3:15–35, 2 Corintios 1:19–2:4)

LA BENDICIÓN APOSTÓLICA

Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.

—2 Corintios 13:14

Los latinoamericanos somos muy efusivos a la hora de saludar. Así expresamos nuestro gusto de ver nuevamente a alguien. Esa efusividad va desde un simple y sincero apretón de manos hasta un fuerte abrazo de oso. Debido a la pandemia hemos tenido que restringir tales saludos, aunque no son malos en sí con llevan el peligro de ayudar al contagio. ¿Puede el saludo resultar en peligro espiritual?

Por una parte, ya es una costumbre bastante extendida que las personas saluden con la frase «Dios te bendiga». Por otra, casi ya no se escucha la antigua forma de despedirse «Adiós». En ambos saludos encontramos el nombre de Dios. No hay ningún peligro si quienes lo están usando tiene la intención y la mente puesta en lo que dicen tales saludos. Con el primero se desea que Dios bendiga a esa persona. En el Israel antiguo se usaba un saludo similar: «Jehová te bendiga.» (Rut 2:4) por tanto nada de malo hay en usar en nombre de Dios para saludar siempre y cuando se esté consciente de ello. Pero usar el nombre de Dios en un saludo sin prestar atención es tomar el nombre de Dios en vano. Esto sucede más seguido cuando se dice Adiós pues esa expresión significa «te encomiendo a Dios» y el hecho de que ya no se lo pronuncia completo muestra que se va olvidando su buen uso. No es apropiado saludar con «La Paz del Señor» a quienes no sabemos si son individuos arrepentidos o impenitentes.

Dios es claro en qué quiere que honremos su nombre y no lo usemos en vano. Eso significa que debemos temer y amar a Dios, de modo que no usemos su nombre para maldecir, jurar, hechizar, mentir o engañar, sino que lo invoquemos en todas las necesidades, lo adoremos, alabemos y le demos gracias. Pero hemos levantado el nombre de Dios en vano muchas veces. Por eso merecemos toda la ira de Dios. Gracias a Dios, Jesucristo nos trajo perdón de este pecado. Lo hizo al obedecer perfectamente este mandamiento en lugar nuestro, y al sufrir en la cruz, por nosotros, el castigo que merecemos. En gratitud, vamos a querer usar el nombre de Dios santificándolo y bendiciendo a nuestros hermanos en la fe tal como Pablo lo hace en el pasaje de hoy: pensado en la gracia del Señor Jesucristo, en el amor del Padre, y deseando la comunión del Espíritu Santo.

Oración:

Señor, tú mandas que no usemos tu nombre en vano. Confieso que he fallado muchas veces y que por eso soy merecedor del castigo eterno. Pero gracias a los méritos de Cristo fui perdonado. Concédeme temerte y amarte, de modo que no use tu nombre para maldecir, jurar, hechizar, mentir o engañar, sino para que te invoque en todas las necesidades, y para cuando te adoremos, alabemos y le demos gracias. Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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