(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 145, 1 Corintios 15:47–58)

BUENO ES JEHOVÁ PARA CON TODOS

El SEÑOR es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. El SEÑOR es bueno con todos; él se compadece de toda su creación.

— Salmo 145:8–9

Una vez alguien preguntó ¿Por qué Dios no elimina de una vez a toda la gente mala del mundo, para que haya paz?

Personalmente, si yo fuera Dios, hace mucho tiempo atrás, ya lo hubiera hecho. Nada de sol para los malos, ni buena lluvia que riegue sus cosechas. Es más, los enviaría de una vez a todos al infierno. ¡Gracias a Dios! que no tengo tal potestad pues nadie quedaría libre. La Biblia nos revela que no hay ni un solo bueno. Todos somos pecadores que merecemos la ira eterna de Dios. (Romanos 3:10–12,22–23)

Así como Dios usa el poder de su palabra para crear y cambiar las cosas, también lo emplea para castigar la maldad. (Cf. Oseas 6:5; 2 Tesalonicenses 1:8,9). Aunque Jesucristo tiene el poder de condenarnos al fuego eterno de inmediato, no lo ha hecho. Ha preferido darnos un tiempo de gracia ¿Por qué? Porque tal como lo dice el texto de la meditación de hoy, Él es clemente y misericordioso y se compadece de nosotros pobres pecadores condenados a nuestro destino fatal. «Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.» (Romanos 5:8). Verdaderamente Dios quiere nuestra salvación. Pero no solo la de su pueblo, pues tal como está escrito: «Él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad […] no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.» (2 Pedro 3:9; 1 Timoteo 2:4). Con ese propósito vino Cristo a obedecer perfectamente la voluntad de Dios en lugar de nosotros y a morir en la cruz padeciendo toda la ira eterna que merecemos.

Oración:

Señor, te doy gracias por revelarnos que eres clemente y misericordioso y que no quieres la condenación eterna de nadie. En esa convicción, te suplico que abras mis labios para yo pueda compartir la buena notica tanto con mis vecinos, colegas, amigos, compañeros de trabajo y familiares. Así al escuchar tu palabra recibirán el don de la fe para salvación. Amén.

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