
Meditación - 2021 mayo 21
(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 140–141, 1 Corintios 15:24–32)
SUCEDIÓ EN PENTECOSTÉS
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
—Hechos 2:1–4
En muchos países, los gobernantes han optado por distribuir gratuitamente una vacuna contra el Covid19. No es la primera vez que se realizan vacunaciones gratuitas. Sin embargo, a los gobiernos no les regalan las vacunas. Hay un costo y debe ser pagado. Cuando Jesucristo ganó nuestra salvación, la hizo disponible para toda la humanidad gratuitamente. Sin embargo, esa salvación solo puede llegar a las personas a través de los medios que Jesucristo mismo ha señalado: el bautismo, la cena del Señor y la predicación del evangelio. Él asignó a sus discípulos la gran comisión de llevar el perdón de pecados por todo el mundo. Pero los discípulos no eran capaces de hacerlo ¿Cuál fue la solución?
Cristo envío el Espíritu Santo para investir a su iglesia con su poder. Lo hizo el día de la fiesta de Pentecostés, cincuenta días después de su resurrección. El poder del Espíritu Santo obra en cada creyente y lo capacita para ser un testigo de Jesucristo. Los apóstoles fueron seres humanos imperfectos y temerosos tal como lo somos nosotros. Pero desde aquel Pentecostés se hicieron intrépidos y llenos de convicción daban testimonio de Cristo sin temor a la persecución y sufrimientos que vendrían por causa de ese testimonio. La iglesia ha llevado el mensaje del perdón gratuito por todo el mundo los últimos dos mil años. Ese mensaje poderoso que da nueva vida llegó a unos en forma de buenas noticias predicadas a pecadores contritos y desesperados que habían escuchado la ley moral y las consecuencias de desobedecerla; a otros les llegó en forma de bautismo para perdón de pecados y todavía llega en forma de cena del Señor. El Señor provee.
Oración:
Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado, me hizo parte del Israel de Dios y me guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. En esta iglesia cristiana diaria y completamente él me perdona a mí y a todos los creyentes todos los pecados. Y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y nos dará vida eterna a mí y a todos los que creen en Cristo. Esto es ciertamente la verdad. Por eso estoy agradecido pues grande es tu misericordia. Amén.
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