
Meditación - 2021 mayo 16
(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 132–133, 1 Corintios 14:30–40)
NO IR MÁS ALLÁ DE LO QUE ESTÁ ESCRITO
Hermanos, todo esto lo he aplicado a Apolos y a mí mismo para beneficio de ustedes, con el fin de que aprendan de nosotros aquello de «no ir más allá de lo que está escrito».
—1 Corintios 4:6a
La actual pandemia ha afectado muchos aspectos de la vida en el planeta. Los profesionales independientes, médicos, arquitectos, abogados, etc. se vieron en la necesidad de cambiar su actividad para poder llevar el pan diario a sus hogares. Los profesionales y trabajadores dependientes han visto cómo sus trabajos sucumbían y se veían forzados a quebrar y despedirlos. Todo el orgullo y sentimiento de superioridad que les brindaba su estatus social no sirvió de nada, tal como lo dice Pablo: «¿Quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué presumes como si no te lo hubieran dado? (1 Co 4:7). ¿Acaso no somos hijos del rey?
Después de la Caída, y por causa del pecado, Dios le dijo a Adán: «Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol de que te mandé diciendo: “No comerás de él” […] Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás.» (Génesis 3:17-19) Pero el ser humano quiere imaginar que es más que solo polvo y desea ser divino, especial, y reverenciable. Por esto ha inventado títulos y honores que al final no valen nada pues desaparecen con nuestras cenizas. Pablo nos orienta a no pensar de nosotros mismos más allá de lo que la Biblia permite (Génesis 18:27). Somos solo polvo y ceniza. Pretender para nosotros mayor honra y pleitesía de parte de nuestros semejantes es soberbia: «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes» (1 Pedro 5:5, RV95) El primer rey de Israel, Saúl, perdió el trono por este pecado: «La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría. Y como tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado como rey.» (1 Samuel 15:23).
La arrogancia y la soberbia nos hacen merecedores de toda la ira divina. Gracias a que Cristo fue manso y humilde por nosotros y a que sufrió en la cruz nuestro castigo, hemos sido perdonados. En gratitud vamos a querer vivir como escogidos de Dios, santos y amados, revestidos de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia. (Col 3.12).
Oración:
Señor tú has prometido conceder lo que te pidamos conforme a tu voluntad. Te suplico me concedas orar siempre conforme a tu voluntad, que rechazando toda soberbia y actuando en humildad yo quiera pedir aquello que tú nos quieres dar. Concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no ha de cambiar; tu auxilio para cambiar lo que puedo y quieres que sea cambiado; y sabiduría para entender la diferencia. Amén.
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