
Meditación - 2021 marzo 29
(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 78:32–54, Romanos 16:17–27)
Planes infructuosos
Pero los fariseos dijeron entre sí: —Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él.
Juan 12:19
Durante la vida hemos aprendido a planear muchos aspectos de nuestra vida, e incluso hay personas que no realizan nada sin antes planearlo. También hemos aprendido que a veces por muy bien que planeemos las cosas, no siempre salen como las planeamos, nuestros planes se vuelven infructuosos por diferentes motivos y no producen los frutos que esperamos.
Durante todo este mes, en donde seguimos en la estación de la cuaresma hemos visto a nuestro Señor Jesucristo enfrentarse en varias ocasiones con los principales sacerdotes, escribas y fariseos. Ellos, mediante preguntas mal intencionadas, amenazas y acusaciones han tratado de hacer caer en el error a Jesús, han tratado de apedrearlo y apresarlo, pero hasta el momento de nuestro texto, todos sus planes no han tenido frutos, Jesús sigue siendo más y más popular entre la gente, acaba de entrar en Jerusalén y ha sido recibido por una gran multitud como el verdadero Rey que es. Ante esto los fariseos dicen, no logramos nada, por más que hacemos, “El mundo va tras él” ¿Qué podríamos hacer ante toda esta gente? ¿Ante este gran fracaso que hemos tenido?
Actualmente, aún hay mucha gente que busca hacer algo contra Dios, contra su Hijo y contra su iglesia, buscan hacer caer a su iglesia, buscan “errores” en su Palabra, porque no puede haber nada más grande que el ser humano, y a veces los creyentes caemos en sus engaños, dudamos de lo que hemos aprendido, y parecen tan lógicas sus deducciones, que pensamos ¿Y si es cierto? Y pecamos al dudar de nuestro Dios; y aunque parece repetitivo, lo necesitamos escuchar constantemente, por el pecado merecemos el castigo, nuestros pecados no son algo sin importancia; por causa de nuestros pecados, es que Jesús, el Hijo de Dios, sufrió el castigo del Padre, para que ni tu ni yo, lo suframos. Solo entendiendo la gravedad de nuestro pecado, apreciamos la grandeza de su sacrificio por nosotros; con su muerte logró la Salvación que alcanzamos sólo mediante la fe que nos ha regalado Dios.
Oración:
Bendito Padre, que en tu Misericordia enviaste a tu Hijo, concede que confiemos siempre en su sacrificio, que es lo que ha ganado nuestro perdón, te lo pido en su nombre. Amén
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