
Meditación - 2021 marzo 26
(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 77, Romanos 15:27–33)
Eliminando evidencias
Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro
Juan 12:10
Cuando una persona comete un crimen y no desea ser descubierto, normalmente trata de quitar toda evidencia que lo lleve a él como culpable. Pero aun nosotros si no queremos que se enteren de algo vergonzoso, o de algo de lo cual no estamos orgullosos de haber hecho, también eliminamos evidencias.
Seis días antes de la pascua, Jesús va a Betania, donde estaba su amigo Lázaro. Ahí es ungido por María con un perfume costoso, y la gente se entera de su presencia en ese lugar, y fueron hasta ahí con doble propósito, ver a Jesús y ver a Lázaro quien había sido resucitado por Jesús. Los principales sacerdotes también escucharon de donde estaba Jesús, y continuaron con sus planes para matarlo, pero ahora agregan a uno más en su lista de muerte, a Lázaro; ¿Por qué añadir a Lázaro? Simplemente él era una prueba visible de las obras milagrosas de Jesús, una evidencia de su poder, con el cual fue capaz de levantar a alguien de la muerte. Todo esto era evidente ante todos, por eso la gente fue a ver “con sus propios ojos” a aquel que había estado muerto y ahora estaba vivo, y a aquel que le levantó de los muertos.
Cuando hemos caído en pecado, y estamos a gusto con ese pecado, vamos como con una bola de nieve que desciende, va creciendo cada vez más, lo vemos en el actuar de los principales sacerdotes. Nosotros no somos tan diferentes de ellos, pecamos de muchas maneras, aun con pensamientos y deseos secretos, y buscamos la forma de que nadie sepa de nuestros pecados, pero muchas veces, al eliminar evidencias de nuestro pecado, caemos en muchos otros más, siendo merecedores del fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles.
Pero nuestro Señor tiene la capacidad de dar vida, la dio a Lázaro, y es capaz de darnos vida a nosotros también que nos encontramos muertos en nuestros pecados, y lo ha hecho al entregar su propia vida, derramando su preciosa sangre sobre la cruz, pagando el precio de nuestro perdón y salvación.
Oración:
Bendito Padre, tu conoces mi pecado, tu conoces cuando intento ocultarlo, y has dado a tu Hijo para pagar por mis pecados, te pido me concedas la verdadera vida que tu Hijo ha ganado para mí. Amén
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