(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 74, Romanos 15:13–21)

Por todo el mundo

Y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos

Juan 11:52

Algo que vimos el año pasado, y que continúa hasta la fecha, es que hay cosas que pueden afectar al mundo entero. El virus ha afectado al mundo entero, y muchos de nosotros nos ha tocado ver a un familiar o amigo enfermar, o aun nosotros lo hemos padecido e incluso algunos hemos visto a alguien afectado partir de este mundo.

Algo que nos afecta, pero aún en mayor escala, es el pecado. Todo el mundo está infectado de este mal, no hay una sola persona que no cometa pecado, aun los que aparentemente son las mejores personas, dice la Palabra: No hay quien haga el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20) El pecado que entró en el mundo por Adán y Eva aún es parte de nosotros, una evidencia de ello es que morimos físicamente, pero también estamos muertos espiritualmente, apartados de Dios, no lo buscamos, no queremos escuchar su voz en su Palabra; y esto nos trae consecuencias eternas, merecemos la muerte eterna en el infierno.

Pero, así como el pecado y la muerte entraron en el mundo por un hombre, Adán, de la misma manera, por medio de la justicia de un hombre, nuestro Señor Jesucristo, vino la justificación, la declaración de inocencia a todo el mundo. La muerte de Jesús también afecta a todo el mundo, pero de manera positiva, su justicia, su cumplimiento perfecto de los mandatos de Dios, es ahora de todo aquel que cree en Él, los cuales, son hechos hijos de Dios, y son congregados de todas las naciones, de todos los tiempos, en uno, nuestro Señor Jesucristo.

Nuestro Señor Jesucristo no murió por los pecados de algunos cuantos, sino por los de todo el mundo. Pero solo podemos obtener ese perdón, mediante la fe en nuestro Señor Jesucristo, esa fe, solamente Dios nos la regala a través de su Palabra.

Oración:

Bendito Padre, que congregas a los esparcidos y preservas a los congregados, concede a tus hijos la unidad de fe, corrígenos si estamos en error y guárdanos en la verdadera fe, por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor. Amén.

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