(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 69:1–17, Romanos 14:1–5)

Orgullo que oculta la verdad

Si lo dejamos así, todos creerán en él

Juan 11:48a

Algo que a mucha gente no le gusta es que alguien más sobresalga más que ellos, ya sea en el trabajo, en la economía, etc. Aun dentro de una misma familia puede haber cierto tipo de envidia por los logros ajenos.

Algo similar pasó con los fariseos y los principales sacerdotes. Ellos veían en Jesús a un rival, y más aún, un rival que decía blasfemias al autonombrarse Hijo de Dios, y por lo tanto un rival que no tenía que crecer y tener más popularidad que ellos. Pero Jesús sigue siendo muy popular, su enseñanza la hacía con autoridad, no como los escribas y fariseos, con su conocimiento de la Ley, y por las señales milagrosas; no negaron que Jesús hiciera los milagros. Pero como hemos visto, en lugar de creer en el cómo el Mesías prometido, lo quieren quitar de en medio; la gente seguía a Jesús y ellos perdían protagonismo. Entonces ellos en su concilio concluyen que, si no intervienen, muy pronto todos creerán en Él, disminuyendo así la autoridad de ellos.  ¿Puedes imaginar esto? El pueblo de Israel ha esperado a su Salvador, el Mesías prometido, y los líderes religiosos no están conformes con esto, aún más están queriendo ocultar que la promesa de salvación.

En la actualidad, los creyentes tenemos el deseo de que nuestro Señor Jesucristo sea conocido por todos y que todos crean en Él, sin embargo, muchas veces caemos en el mismo error de los fariseos, queremos más el protagonismo para nosotros, queremos ser reconocidos cuando compartimos las buenas nuevas de Salvación. Queremos que la gente nos vea a nosotros y no a Cristo, esto también es un pecado, del cual merecemos la condenación eterna en el infierno. Gracias a Dios que a través de su Ley nos muestra este pecado, y nos guía al arrepentimiento, nos muestra en su Palabra, que el sacrificio de su Hijo Jesucristo ha pagado también por ese pecado, y en agradecimiento lo anunciamos tratando de no ser protagonistas, sino instrumento de Dios para extender su Evangelio.

Oración:

Bendito Padre, gracias por la fe que me has dado para que sea uno de todos los que creerán en Él, ayúdame a ser un instrumento humilde y anunciar a mi Señor Jesucristo, quien me ha salvado con su muerte. Amén

Lea el Capítulo Completo Aquí