(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 65, Romanos 12:1–9)

Uno con el Padre

El Padre y yo uno somos.

Juan 10:30

Muchos de nosotros hemos trabajado en equipo, o jugado en equipo. Una de las cosas que necesitamos para que un equipo funcione, es que todos en el equipo tengan la misma meta, y trabajen juntos usando sus talentos para lograr la meta que se han dispuesto. Cualquier trabajo independiente, fuera del equipo puede romper el orden y la unidad, y por lo tanto fracasar en sus objetivos. Ahora bien, sabemos que a pesar de que tengamos una misma meta, en el mundo no encontraremos una unidad perfecta entre personas.

Algo muy diferente a lo que vemos en nuestro mundo, lo encontramos en este pequeño texto, donde nuestro Señor Jesucristo nos dice que Él y el Padre son uno, algo que para muchos a primera vista es que ellos trabajan como equipo, pero va más allá, ya que está diciendo que Él es Dios, que es una misma cosa con en Padre, no solo en pensamientos y objetivos, sino que son una misma esencia divina, esto lo entendieron muy bien los judíos que lo escucharon, ya que en ese momento tomaron piedras para apedrearlo, y le dijeron que el motivo para querer apedrearlo era la blasfemia que estaba diciendo, que siendo hombre se hacia Dios. A pesar de ser un gran misterio que con nuestro razonamiento no podemos comprender; es algo que creemos, y lo confesamos, decimos que creemos en un Dios Trino; esto es: Tres Personas, pero un solo Dios.

Los judíos no creyeron, no eran de sus ovejas. Nuestro razonamiento nos hace dudar también, ¿Jesús y el Padre son uno? Dudamos de la divinidad de Jesús, y con esto dudamos de que su obra por nosotros sea verdadera. Necesitamos dejar a un lado nuestro razonamiento en este punto, y entenderlo con la fe que nos ha dado nuestro Dios mediante su Palabra, solo así podemos ver en Jesús, al Hijo unigénito del Padre, al Mesías prometido, a Dios mismo entregando su vida por nuestro perdón y salvación.

Oración:

Bendito Padre, Hijo y Espíritu Santo, siempre Dios y siempre Uno; te glorificamos por tu misericordia, al entregarte por nuestro perdón y salvación, consérvanos en esta fe y defiéndenos de todo mal, por los méritos de Cristo oramos. Amén.

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