
Meditación - 2021 marzo 09
(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 55, Romanos 10:15–21)
Mis obras dan testimonio
Jesús les respondió: —Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
Juan 10:25
Las cosas que nosotros hacemos o decimos, son cosas que muestran mucho de nosotros, la gente puede aprender mucho de nuestra educación, nuestro ambiente, e incluso de nuestra experiencia en temas por la forma que hablamos y en la forma que nos comportamos; en otras palabras, nuestro comportamiento y nuestra forma de hablar dan testimonio de lo que somos.
Como hemos visto en los últimos días en nuestras devociones, los judíos aun no creían en nuestro Señor Jesucristo como el Mesías prometido por el Padre, aun le pidieron que no los tuviera en suspenso, que les dijera si era el Mesías. Ante esto nuestro Señor Jesús les responde sabiamente, diciendo: Se los he dicho y no creen; aun cuando habían escuchado su predicación, ellos no creyeron, entonces si con palabras no creyeron, pero las obras que él había hecho delante de todos ellos, las había hecho en el nombre de su Padre, si recordamos en cada obra milagrosa, siempre daba la gloria a su Padre, y estas obras, tal y como pasa con nosotros, daban testimonio de quien es Él, no cualquier hombre, no cualquier profeta, sino el mismo Hijo de Dios, que se había encarnado para la salvación de la humanidad.
Tus obras, ¿De que dan testimonio? Quisiéramos decir que todas nuestras obras dan testimonio de que somos hijos de Dios, pero la realidad es que muchas veces hemos fallado, hemos pecado y nuestras obras han dado testimonio de que somos dignos del infierno. Gracias a Dios que nos ha dado la fe y con esto las obras que dan testimonio delante de Dios el Padre, no son en las que hemos fallado, sino las obras que ha hecho nuestro Señor Jesucristo, ya que el cargó nuestros pecados, nuestras fallas, y nos ha otorgado sus obras perfectas, eso es lo que ahora cuenta delante del Padre, y es por eso que nuestra salvación es confiable, porque no depende de nuestras obras erradas, sino en las obras perfectas de nuestro Señor Jesucristo.
Oración:
Bendito Padre, gracias por otorgarme las obras de tu Hijo, porque las mías están manchadas de pecado, pero las de Él son perfectas, y son las que me dan la salvación. Amén
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