(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 25:12–28, 2 Corintios 13:1–10)

El cumplimiento de una promesa

Mas cuando te abstengas de prometer, no habrá en ti pecado.

Deuteronomio 23:22

Esta es la historia de un joven que fue llamado a escribir una serie de devociones para Academia Cristo. Lo hizo muy alegremente, pero no libre de tropiezos, lo que provocó que no las pudiera redactar a tiempo y no cumplió con el pacto fijado mediante un contrato. Esto provocó que se sintiera muy triste pues abrigaba mucha vergüenza en su corazón. Pero leyendo la Biblia, volvió nuevamente a leer la ocasión donde Pedro negó a su Señor Jesús tres veces, a pesar de Jesús se lo había alertado, y al darse cuenta lloró amargamente (Mateo 26:75). ¡Pero, con lágrimas de arrepentimiento, Pedro se acercó otra vez a Jesús! Es por ello que el joven de esta historia volvió en oración y con plena confianza y ayuda de Jesús volvió a escribir para terminar lo prometido.

A veces resulta difícil cumplir promesas, porque a veces no dependen de nosotros. Pero como cristianos debemos agotar todas las posibilidades para tratar de cumplirlas. Debemos inspirarnos en Dios que dio la promesa de enviarnos un Salvador. A pesar de que fuera su Primogénito cumplió la promesa y gracias a ella, por la fe en Cristo Jesús, seremos salvos.

Vivimos en un mundo donde se promete mucho y se puede apreciar muy poco cumplimiento. Los jefes prometen mejorías salariales, los maridos se prometen respeto, los hijos prometen estudiar, las escuelas prometen formarte, los bancos prometen guardar tu dinero…pero, ¿siempre se cumplen esas promesas? Desafortunadamente no, pero hay una promesa bella y grandiosa que se cumplió y que nos regala la vida eterna: la Promesa de Dios de enviarnos a un Salvador para librarnos de la muerte.

Es por ello que la enseñanza de esta historia, tanto la del joven escritor como la de Pedro, radica en que debemos tratar de no hacer promesas huecas. En vez de “te prometo”, debemos utilizar frases como “Si Dios permite” o “trataré”, sobre todo cuando el cumplimiento de esa promesa no la tenemos a la mano. Porque nuestro Señor Jesucristo nos da riqueza espiritual, amor, respeto, enseñanzas, nos forma y nos guarda desde su amor y evangelio. ¡Sigamos, pues, aferrados a Jesús: el mejor ejemplo de cumplimiento de una promesa!

Oración:

Padre celestial, gracias por la promesa cumplida de enviar a Jesús para dar la vida eterna. Ayúdame a prometer sólo lo que pueda cumplir. Amén.

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