(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 24:15–34, 2 Corintios 12:6–13)

Lumbrera a nuestros pies

No sólo del pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios

Lucas 4:4

Cuando compramos un libro y lo leemos solo de vez en cuando, o cuando necesitamos de él, ¿cómo luce? Sin duda, muy nuevo y limpio. Pero si lo usamos todos los días, y cuando tenemos una duda recurrimos a él o siempre lo llevamos a todas partes porque es muy útil ¿se mantiene siempre nuevo y brillante? Seguro que no, porque con el tiempo sus páginas se oscurecen y se va deteriorando un poco.

Así sucede con la Biblia, mientras menos las consultamos se mantiene nueva y sin deteriorarse. ¿Querrá Dios que la tengamos así? Pues no. Dios quiere que la Biblia sea nuestro manual de ayuda y que siempre vayamos a ella para aclarar las dudas de nuestra vida cristiana y, si no sabemos, pues recurrir a nuestros maestros y pastores. La Biblia es la Palabra de Dios. En ella está la promesa de librarnos de la muerte y darnos la vida eterna por la fe en Jesús, nuestro querido Salvador.

No fue raro ni tampoco coincidencia que durante los 40 días en que Jesús estuvo en el desierto y fue tentado por el diablo, nuestro Salvador la utilizara como escudo ante las amenazas del mal, y de ahí debemos obtener la mayor enseñanza: La Biblia es nuestra mejor aliada. Un himno cristianos dice más o menos así: “tu palabra, oh Padre santo, es remedio contra el mal, armadura contra el enemigo y lumbrera a nuestro pies”, es decir que solo con la Palabra de Dios podemos llegar lejos y ser mejores cristianos.

No se trata de ir a nuestras misas, cultos y reuniones con una Biblia vieja solo para que todos vean que si la leemos, sino que desde nuestro interior cultivemos la lectura diaria, porque siempre hay tiempo para leerla, sobre todo en la actualidad, donde en nuestros dispositivos digitales podemos llevarla sin ningún problema a cualquier lugar. Al cultivar la palabra de Dios en nuestros corazones estamos dejando la semilla para que florezca el mensaje de Cristo Jesús. Seamos capaces de alimentarnos de ella sin cesar.

Oración:

Padre celestial, ayúdame a cultivar tu palabra sin cesar, y que nunca me aparte de tus enseñanzas en el nombre de Hijo amado Cristo Jesús. Amén

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