(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 24:1–14, 2 Corintios 12:1–5)

Mi abuelo Juan

“…la hermosura de los ancianos es su vejez.”

(Proverbios 20:29)

Tengo muy pocos recuerdos de mi abuelo materno. Vivía muy lejos de mí, y casi no nos veíamos, pero aun así le amaba y le quería. En una ocasión se enfermó mucho, porque padecía de una enfermedad llamada Parkinson. Durante dos semanas cuidé de él ya que el tiempo me lo permitía y mi madre tenía un trabajo muy exigente. Todos los días le daba su merienda, sus medicamentos y le ponía sus inyecciones. Lo traté con amor porque ya era casi imposible por su estado que hiciera cosas que antes eran muy fáciles de hacer.

Luego, una triste noticia nos golpeó, mi abuelo Juan había fallecido, el dolor fue indescriptible. No queremos que nadie muera, pero al menos sentí que hice cuanto pude por mi abuelo mientras estaba vivo y eso es lo que más vale.

Vivimos en un mundo que está totalmente mecanizado en los vicios del sexo, el dinero, las drogas, las indisciplinas. Muchos se sienten con el derecho de despreciar a sus abuelos solo porque pueden ser una carga para ellos. ¡Qué triste es ver a un anciano solo y abandonado! ¡Todos nosotros somos Hijos de Dios! y es, por mandato divino en el cuarto de los diez mandamientos que entregó Dios a Moisés en el monte Sinaí, que dice “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éxodo 20: 12), una orden que no solo implica a nuestros progenitores sino también a las personas de mayor edad que nos rodean. Es por ello que debemos honrar a nuestros ancianos.

Muchos tienen la posibilidad de honrar a sus padres y ancianos, pero la desaprovechan, sobre todo a causa de la necesidad de quitarse de arriba una carga más para su vida terrenal. Jesús me ayudó para poder atender a mi abuelo y también a predicarle lo maravilloso del evangelio de Cristo. Animémonos pues a honrar desde el amor dedicado y la humildad a nuestros ancianos, convencidos de que eso también agrada a nuestro Creador.

Oración:

Padre celestial, ayúdame a honrar a mis padres, abuelos y personas ancianas, sabiendo que con ello los días se me alargarán, en el nombre de tu Hijo Jesús. Amén

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