
Meditación - 2021 junio 26
(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 23, 2 Corintios 11:24–33)
Haz bien y no mires a quién
Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios
Hebreos 13:16
Un viejo refrán de mi país dice que “haz bien y no mires a quién”. Algo que se puede escuchar, escribir y leer bien, pero ¿cuántas veces hemos actuado como dice el refrán? Parece una tarea difícil, de hecho, hacer lo bueno y lo correcto resultará siempre difícil. Exige sobre manera de sacrificio. Ayudar al que lo necesita es un deber, y debe ser también una forma de sentirnos felices por el bien aportado, no importa si es a un conocido o desconocido.
Jesús nos enseñó lo hermoso de ser bueno y ayudar, desde el sacrificio, al necesitado. En la parábola del buen samaritano que podemos leer en el Evangelio de Lucas en su capítulo 10 y en los versos del 30 al 35, vemos como, al final, de los tres que vieron al necesitado ¡solo uno se detuvo ayudarle!, y con mucho sacrificio el buen samaritano se tomó el tiempo de vendar sus heridas, lo llevó a un refugio y cuidó de él, ¡qué acciones tan hermosas! Ni siquiera podemos imaginar el sacrificio de la misma, aunque la Palabra de Dios no lo dice, podemos suponer que el buen samaritano pudo haber estado muy apurado, o pudo haber tenido poco dinero, o quizá su esposa e hijos esperaban por él para comer. Pero, aún así, sacrificó todo para ayudar al desprovisto porque tal acción agrada a Dios.
Jesús nos anima con historia a despojarnos de todos los trabajos materiales y sacrificarnos por el prójimo, y no nos podemos olvidar de esto porque precisamente el propio Jesús dio su vida por nosotros. Se sacrificó en una cruz de madera para perdonar nuestros pecados y darnos la vida eterna, entonces, ¿por qué no ayudarnos mutuamente o socorrer al necesitado aún sin saber quién es? Tales acciones agradan a Dios. Sigamos siempre ayudando sin mirar a quién, sin mirar su posición económica, su color de piel o su nacionalidad. Seamos buenos samaritanos en Cristo Jesús porque hemos recibido la bendición de Dios.
Oración:
Padre celestial, ayúdame a ser como el buen samaritano. Inspírame siempre a ayudar porque eso te agrada y es también una herencia de nuestro Señor Jesucristo. Amén
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