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Meditación - 2021 junio 20

(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 19, 2 Corintios 10:1–7)

Un principio eterno, la humildad

“…aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”

Mateo 11:29

Recuerdo que mi tía tenía unos amigos que cocinaban muchos alimentos y siempre al otro día botaban a la basura lo que quedaba. Mi tía Nancy, que siempre me educaba con las enseñanzas hermosas de Jesús siempre me decía “aprende de Jesús, que siempre fue humilde y manso de corazón.” Cuando crecí, comprendí lo grandiosos de ser humildes, muchas veces difíciles, pero qué satisfacción a ser humildes como quiere Jesús, nuestro Salvador.

En muchas ocasiones, Jesús empleó con pocas palabras o una pequeña acción lo maravilloso de ese principio eterno: la humildad. Recordemos cuando tras alimentar a los 5.000, dijo a sus discípulos. “…Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada” (Juan 6:12), ¡qué enseñanza tan bella, a no que seamos desperdiciadores! ¿Y cuántas veces lo hemos sido, y nos hemos olvidado esta enseñanza de nuestro Salvador?

Cuando los Apóstoles regresaron de sus misiones, Jesús se los llevó en la barca y “se apartó de allí… a un lugar desierto y apartado” (Mateo 14:13) para descansar un poco. Esto nos recuerda que hay tiempo también para descansar de nuestras labores y que eso no está mal delante de los ojos de Dios.

Quizá estos dos pasajes de la Biblia, a simple vista, no parezcan relacionados con ser humildes, pero si los analizamos bien, están muy implicados, porque si desperdiciamos lo que tenemos, algún día nos podrá faltar y entonces sufriremos necesidad, porque si no descansamos o dejamos que otros lo hagan, estaremos siendo injustos y muy pocos humildes.

Las enseñanzas de Jesús y en los cuatro Evangelios, escritos con claridad, amor, belleza y por Espíritu Santo, nos llevan a aquellos días en los que el Hijo de Dios caminaba entre los hombres, con carencia total de orgullo, de arrogancia y de vanidad. Sus palabras reflejan un reconocimiento constante de Dios su Padre.

Para nosotros, los cristianos, y sobre todo en la actualidad, debemos ser como Jesús, mansos y humildes de corazón, porque la humildad promueve nuevos logros reconocidos, valorados y disfrutados sanamente por uno mismo, por nuestro prójimo y, sobre todo, por Dios.

Oración:

Padre celestial, perdona si en alguna oportunidad me ha faltado humildad. Dame la fuerza y valor para ser manso y humilde como tu Hijo Jesús. Ayúdame a vivir una vida sin vanidad y orgullo, hasta que estoy contigo en el cielo. Amén

 

Lea el Capítulo Completo Aquí


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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