(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 17, 2 Corintios 9:1–6)

Bienaventurados con los lloran

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación

Mateo 5:4

Recuerdo cuando pequeño como mis abuelos evitaban que yo derramara lágrimas porque eso les dolía, además ellos siempre pensaron que los niños nacen para ser felices. Cuando crecí comprendí que llorar es una acción que siempre llevamos a cuestas porque somos muy propensos a sufrir y, en la mayoría de las ocasiones, lloramos. Lloramos cuando perdemos un ser muy amado, cuando un negocio quiebra, cuando nos traicionan, cuando se nos pierde un objeto, cuando se rompe una amistad…, son muchas las ocasiones y pueden ser varias. Sin embargo, no nos debemos preocupar por llorar ya que Cristo nos promete consolación en cada momento de tristeza y llanto.

“Bienaventurados los que lloran”, dice el Salvador, y no habla del dolor casual por consecuencias de nuestra maldad, sino de un dolor profundo ante Dios sobre nuestras obras pecaminosas. Lloramos por nuestros pecados y sobre todo por sus efectos, aún cuando, tristemente, muchas personas no se arrepienten del mal. Si lloramos con la mirada en Cristo nuestro Salvador que dio su vida por nosotros, el llanto y la tristeza producen arrepentimiento y por lo tanto somos mejores personas, así los describe Pablo en 2 Corintios 7:10.

“Porque ellos recibirán consolación”, continúa Jesús diciendo, porque promete que aquellos que lloran por sus pecados se les promete consolación. Dios permite esta tristeza en nuestras vidas como parte del camino, no como destino El camino a la vida eterna, gracias a Jesús, es un camino angosto y estrecho, lleno de tristeza y llanto pero sabemos que al final del camino está el regalo de Dios, por eso debemos permanecer firmes en Cristo y en oración.

Sintamos felices de llorar por muy difícil que parezca, pero es el llamado de Jesús, es la esperanza, la certeza de ser recompensados. En un mundo tan dañado a causa del pecado, en un mundo tan necesitado de equilibrio, donde la fuerza vale más que las ideas de amor y respeto, en un mundo donde los lujos materiales son los que marcan la felicidad de muchos, debemos dejar y permitir estar aferrados, a la luz de Jesús. Bienaventurados los que lloran hoy porque con Cristo Jesús recibirán consolación.

Oración:

Padre celestial, dame la fuerza y valor para llorar, convencido de que todo el llanto y la tristeza serán convertidos en consolación por medio del Hijo amado Cristo Jesús. Amén

Lea el Capítulo Completo Aquí