
Meditación - 2021 junio 16
(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 16:1–13, 2 Corintios 8:8–14)
Verdaderamente agradecidos
“Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.”
Romanos 1:21
El escritor William Shakespeare escribió: “Cuánto más defrauda tener un hijo ingrato que el diente de la serpiente. Ingratitud, demonio con corazón de mármol.” El escritor comprendió las consecuencias detrás del sentimiento de ingratitud, por lo tanto podemos reflexionar sobre lo que Dios debe pensar sobre ello.
La ingratitud es un sentimiento de un corazón rebelde; es un pecado y por lo tanto no es mirado bien por Dios, es por ello que el apóstol Pablo identificó los incrédulos como ingratos, como asevera la cita bíblica del inicio. ¿Por qué el hombre dominado por el velo del orgullo, no puede glorificar a Dios como Creador? ¿Por qué se niega a darle gracias? La ingratitud traiciona a la incredulidad, y ambos pecados traen castigo para nosotros. Dios es la fuente de todas las cosas, ¡es nuestro Creador, nos dio vida, respiración, lluvia, el brillo del sol y otras bendiciones a todos, sin distinción, por igual! Entonces, ¿por qué muchos no agradecen a Dios?, en su mente pecaminosa, hacerlo es reconocer su obligación a adorarle.
Pero siempre hay una luz, al final del camino, una luz que no se apaga, que nos arropa y nos endulza el alma. A veces no somos capaces de verla, pero está ahí, esa luz es la de Jesús, nuestro Salvador. ¿Todos llegan a conocer, ver o llegar a ver esa luz? Así es la voluntad de Dios, que la luz de Salvación llegue a todos. Cristo murió por los pecados del mundo incluyendo los suyos. En agradecimiento ya somos libres para servir al Señor por amor.
Seamos agradecidos con Dios, por su misericordia, con Jesús por su evangelio y con el Espíritu Santo nuestro Consolador, para que nada ni nadie nos detenga de hacer el bien, de predicar el evangelio, de amar al prójimo, de ser verbalmente agradecidos con Dios.
Oración:
Padre celestial, perdóname si en alguna oportunidad, ya sea en pensamiento, palabra u obra, he pecado contra ti siendo un desagradecido. Ayúdame a ser mejor cristiano y que me sostengan firme y segura las columnas de tu amor y misericordia. Amén
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