(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 4, 2 Corintios 2:5–11 )

Fortalecido

Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor…

Timoteo 1:12

Una tarde lluviosa de abril mientras veíamos como el agua caía, mi padre me contó una historia: "Un joven fue llamado por el Ejército Militar de su país para cumplir con un deber. El joven no entendía porqué había sido convocado cuando sus condiciones no eran las mejores para desempeñar todo el esfuerzo físico que se requería en aquel lugar. Pasaron los días y su mente se ponía confusa, su cuerpo se llenaba de cansancio y su voz sólo elevaba al cielo un sonido de auxilio. Una tarde, acostado en su cama, pudo leer en el lateral de otra una frase que decía: Dios es amor". Mi padre jamás me terminó la historia porque decía que era yo el que debía aprovechar la enseñanza que me daba.

Después que crecí, comprendí que el hombre y la mujer jamás deben perder la fe en Dios. Quizá, en algún momento, podamos sufrir una carencia de ella debido a las pruebas que el diablo constantemente nos pone. Pero no estamos solos porque Cristo está con nosotros en cada pensamiento, palabra y obra que hacemos, incluso cuando no son de su agrado. Pero Él está a nuestro lado para recordarnos que su amor mueve al mundo y que podemos alcanzar la vida eterna si creemos en Él como nuestro Salvador. Está para recordarnos que Dios es amor.

A veces, nos olvidamos de Cristo y solo vivimos lamentándonos por la carencia de ropa o alimento, y nos centramos en lo material que es muy propenso a estar y no estar, pero lo que, sí, nunca falla ni se agota su energía es a Cristo. De ese poder debemos fortalecernos porque Cristo es nuestra fortaleza y el único camino a la vida eterna. Es por ello, que de seguro, el joven de la historia luego de leer la frase se sintió fortalecido y pudo seguir adelante.

Oración:

Padre celestial, gracias por brindarnos a Jesús como nuestra fortaleza y por enseñarnos que tu amor y misericordia son infinitos. Amén

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