
Meditación - 2021 julio 7
(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 31:10–31, Gálatas 3:1–5)
NO HAY MAYOR SORDO QUE EL QUE NO QUIERE OÍR
Te estoy enviando a un pueblo obstinado y terco, al que deberás advertirle: “Así dice el Señor omnipotente.” Tal vez te escuchen, tal vez no, pues son un pueblo rebelde; pero al menos sabrán que entre ellos hay un profeta.
Ezequiel 2:4–5
¿Ha estado hablando de Cristo y encuentra que nadie quiere oírle? Muchos creyentes que han tenido esta experiencia bastante desalentadora han llegado a la conclusión de que no tienen «el don de ganar almas para Cristo» ¿Qué enseña la Biblia al respecto?
Cuando el Señor Jesucristo dio la gran comisión no dijo a la iglesia «vayan y tengan éxito». Él no prometió que todas las personas llegarían a creer y a ser discípulos. Él simplemente mandó: «prediquen el evangelio, bauticen en todas las naciones, hagan discípulos y enséñenles todo lo que les he mandado». No es nuestra responsabilidad tener éxito sino ser fieles. Eso mismo sucedió con el profeta Ezequiel. El señor le advirtió que predicaría a gente que no quiere oír.
Isaías nos dice que la palabra de Dios es poderosa y hará lo que Dios le mando hacer (55:11). Eso significa que no es nuestra responsabilidad convertir a nadie. Tampoco podemos hacerlo. Solo la palabra de Dios tiene el poder de hacerlo. ¿Acaso eso significa que si predicamos la palabra y las personas siguen incrédulas que no hemos predicado con poder? No, porque el poder está en la palabra y no en nosotros. Lo que sucede es que no nos damos cuenta de lo que la palabra hace: a unos los vuelve creyentes, pero a los que obstinadamente la rechazan les endurece el corazón mucho más todavía. Sí, la palabra de Dios convierte al pecador desesperado por sus pecados en un creyente agradecido. Pero al pecador impenitente (aquel que está muy cómodo con su pecado y rechaza el mensaje de Cristo) lo endurece más aún. Nosotros también fuimos obstinados y fue solo por la misericordia de Dios que fuimos quebrantados para arrepentimiento. En gratitud a la redención obrada por Cristo vamos a querer ser fieles mensajeros de Cristo.
Oración:
Bendito Señor Jesucristo, envía tu luz y tu verdad hasta los fines de la tierra. Levanta pastores y maestros fieles que prediquen y enseñen el Evangelio en nuestro país y en todas las naciones; y guíalos, protégelos y prospéralos en todos sus trabajos. Abre mi boca para que confiese tus maravillas. Amén.
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