(Lectura de la Biblia en tres años: Proverbios 30, Gálatas 2:1–10)

NO TEMAS, CREE SOLAMENTE

Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies, suplicándole con insistencia: —Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.

Marcos 5:22–23

El texto de la meditación de hoy trata de un milagro de resurrección, durante el ministerio terrenal de Jesucristo, obrado a favor de un jefe de la sinagoga y de su hija de doce años. Sin embargo, intercalado con el evento hay otro milagro que ayuda a entender por qué Cristo no llegó a tiempo para sanar a la niña.

Tanto los pastores como los médicos de cabecera y bomberos tienen el hábito de acudir lo más pronto posible al llamado de auxilio, especialmente en caso de peligro. Es seguro que estamos agradecidos por esa respuesta diligente. Sin embargo, hay casos en la vida de Cristo en las que parece no haber llegado a tiempo: una es la del pasaje que hoy meditamos y otra es la de a resurrección de Lázaro.

En ambos casos Jesús es mandado a llamar para que sane a un enfermo y en ambas situaciones él llega cuando el enfermo ya ha muerto. En el caso de la hija de Jairo, Jesús va de inmediato donde la enferma. Pero en el camino una mujer toca la ropa del Señor creyendo que así sería sana del mal que la había afligido durante doce años. Jesús se detiene para hacer público el milagro insistiendo en que la mujer que lo tocó hable. Jairo no era un creyente en Jesucristo. Acudió a él como su último recurso. Sin embargo, Dios permitió este retraso para ayudar a fortalecer a Jairo con la fe. Jesús le dijo a la mujer que había confiado en Jesús: «Vete en paz y queda sana de tu aflicción.». Cuando llegaron con la noticia que la niña había muerto Jesús nuevamente fortalece la fe de Jairo cuando le dice: «No tengas miedo; cree nada más.» Es la palabra salvadora de Jesús la que produce fe en el corazón humano y es esa misma palabra la que nos fortalece en fe. En gratitud por lo que Cristo hizo a nuestro favor vamos a querer alimentarnos de las buenas noticias de salvación.

Oración:

Te damos gracias de un modo especial por el don de tu amado Hijo y por la revelación de tu voluntad y tu gracia: y te suplicamos que siembres tu Palabra en nuestros corazones para que produzca en nosotros buenos frutos y perseveremos en hacer el bien. Amén.

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