(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 7, Efesios 4:1–7)

LA PIEDAD DE CADA DÍA

Que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza. En tanto que llego, dedícate a la lectura pública de las Escrituras, y a enseñar y animar a los hermanos. […] Sé diligente en estos asuntos; entrégate de lleno a ellos, de modo que todos puedan ver que estás progresando. Ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza.

1 Timoteo 4:12–16

Timoteo, un joven colaborador del apóstol Pablo, era parte del liderazgo en su congregación. El apóstol Pablo le escribió la carta de donde tomamos el texto de la meditación de hoy. Le dice las palabras de nuestro texto un poco después de haberle exhortado para que se ejercite en la piedad. Cada recomendación que le da implica un acto de piedad, es decir, de devoción a Dios ¿Por qué lo hace?

Cuando una persona está enamorada se le nota no solo por lo que dice sino también por lo hace y expresa de otras maneras. Por ejemplo, sus ojos brillan, está contento, habla de sus ilusiones, e incluso quiere que todos se sientan tan dichosos como lo está él. Lo mismo sucede cuando Cristo es el Señor de una familia o de una persona. Se nota desde como planifica sus vacaciones anuales hasta como decora su vivienda. La piedad es similar a haberse enamorado de Cristo: queremos estar con él, escucharle, tener cosas que nos recuerden su amor y estar involucrados intensamente en las cosas que a él le interesan y que tienen que ver con la gran comisión y el amor a Dios y al prójimo: practicar una conducta cristiana, ayudar en lo que sea posible en la iglesia, compartir la palabra con los que no conocen a Cristo, y enseñarla a quienes necesitan crecer en la fe. Vamos a querer hacer esto como resultado de la gratitud del corazón por haber sido perdonados gracias a los méritos del Cordero. La piedad es el estilo de vida natural del creyente que encuentra su gozo en Dios y todo lo que significa adorarle.

Oración:

Concédeme, Señor, tal amor y gratitud hacía a ti que tus propósitos sean mi principal interés y que mi voluntad vaya acorde con la tuya de tal manera que te pida solo aquello que tu quieres darme y que me des aquello que quiera pedirte. Amén.

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