(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 1:21–2:4, Efesios 2:5–10)

EL EJERCICIO DE LA PIEDAD

Rechaza las leyendas profanas y otros mitos semejantes. Más bien, ejercítate en la piedad, pues aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad es útil para todo, ya que incluye una promesa no sólo para la vida presente sino también para la venidera.

1 Timoteo 4:7–8

¿Cuán benéfico es para un creyente el ejercicio físico? La actual pandemia ha demandado que por algún tiempo las personas pasen el tiempo entre cuatro paredes. Sin mucha actividad física que realizar muchas personas han resultado padeciendo los males propios de la falta de ejercicio. En el texto de la meditación para hoy, el apóstol Pablo parece desalentar a los creyentes en la práctica del ejercicio físico. ¿Está la Biblia en contra del ejercicio físico?

La tecnología actual facilita mucho las circunstancias para movernos cada vez menos y por eso a nivel mundial ha crecido bastante el interés en el ejercicio corporal como parte de una vida sana. La Biblia no está en contra de que los creyentes ejerciten sus cuerpos. Por el contrario, enseña que nuestro cuerpo físico es templo de Dios y que todos los cristianos somos servidores del Señor. El cristiano que es negligente en el cuidado de su cuerpo puede acortar su tiempo de servicio. Una sensata rutina de ejercicio ayudará a prolongar la vitalidad de nuestro organismo. Sin embargo, el beneficio de la ejercitación corporal es poco beneficioso comparado con el ejercitar espiritual. ¿Cómo así?

El apóstol pablo nos dice que el ejercicio de la piedad es provechoso en esta vida y para la vida venidera. Por eso aconseja a Timoteo que se ejercite en la piedad. La Piedad es práctica y se ejercita. Pero no es algo que nosotros hagamos por nuestra propia cuenta, sino que consiste en la fe y en la vida que Dios obra en nosotros. Por tanto, el ejercitar la piedad demanda crecer en la fe y esto es posible solo por el poder del evangelio presente en los medios de gracia. Alimentarnos continuamente de la palabra de Dios fortalecerá nuestra fe. La ley como espejo y martillo ayudarán a restringir el poder del viejo Adán mientras que el evangelio fortalecerá a nuestra nueva criatura de tal modo que podrá ejercitarse en la piedad.

Oración:

Gracias te doy, Señor, por haberme salvado por los méritos de tu Hijo Jesucristo y por haberme incluido entre los que participan en comunión contigo. Te suplico me afirmes en la verdadera fe de tal manera que viva piadosamente y consagrado a tu amor y bondad y que en gratitud pueda servirte con gran gozo y alegría. Amén.

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