(Lectura de la Biblia en tres años: Eclesiastés 9, Gálatas 5:1–5)

ABRAHAM, EL AMIGO DE DIOS.

El Señor estaba pensando: «¿Le ocultaré a Abraham lo que estoy por hacer? Es un hecho que Abraham se convertirá en una nación grande y poderosa, y en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra. Yo lo he elegido para que instruya a sus hijos y a su familia, a fin de que se mantengan en el camino del Señor y pongan en práctica lo que es justo y recto. Así el Señor cumplirá lo que le ha prometido.»

Génesis 18:17–19

¿Cómo se sentiría usted si fuera el amigo de una persona muy importante? Personalmente yo me sentiría muy honrado. Abraham tuvo el privilegio de ser llamado amigo de Jehová Dios quien se refirió al patriarca como «Abrahán, mi amigo» (Isaías 41:8). En 2 Crónicas 20:7 también se llama a Abrahán amigo de Dios. ¿Por qué pudo Abraham disfrutar de una amistad duradera con el todopoderoso?

Tal como ya lo notamos en anteriores meditaciones solo los justos son aptos para la comunión íntima con Dios. Abraham fue un pecador como cualquiera otro. Sin embargo, disfrutó de la amistad con Dios por la fe. Gracias a los méritos de Cristo hay perdón y reconciliación entre Dios y el hombre. Este perdón ganado por Cristo es otorgado al ser humano mediante la fe que el evangelio produce en el creyente. Abraham era justo gracias a que Cristo le atribuyó su justicia. Reconciliado con Dios Abraham fue recibido por Dios como su amigo. Y como amigo, Dios, le dio a conocer sus planes. El Señor nos da a conocer sus planes para que nos unamos a lo que él está haciendo, no como esclavos que obedecen ciegamente, sino como amigos que están interesados en él, en sus propósitos y en sus caminos.

Oración:

Señor, gracias a los méritos de tu Hijo como mi doble sustituto, me hiciste tu amigo a pesar del hecho de que yo era tu enemigo. Me trataste con misericordia y amor en lugar de deshacerte de mí de una vez por todas. Grande e incomprensibles es tu amor. Concédeme el estar sumamente interesado en cultivar tu amistad, en conocerte, y conocer tus propósitos y tus caminos. Amén.

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