
Meditación - 2021 julio 10
(Lectura de la Biblia en tres años: Eclesiastés 3, Gálatas 3:19–29)
LA COMUNIÓN ÍNTIMA CON DIOS
Porque el Señor aborrece al perverso, pero al íntegro le brinda su amistad. La maldición del Señor cae sobre la casa del malvado; su bendición, sobre el hogar de los justos.
Proverbios 3:32–33
Ayer meditamos acerca del hecho de qué Dios es quién busca al ser humano y no somos nosotros quienes le buscamos. Es posible que alguno piense que él sí ha buscado al Señor argumentando que la Biblia nos invita a buscarle y promete que le encontraremos. Aunque sí existen textos que nos exhortan a buscar a Dios, el contexto general de la Biblia enseña que la verdad es que no hay quien busque a Dios y si alguno lo ha buscado es porque fue el mismo Dios quien lo movió a hacerlo. ¿Cuál es la razón por la que Dios busca al hombre?
Cuando Dios creó al ser humano no lo hizo con la intención de que simplemente exista. El Señor le suministró a la primera pareja un hogar dentro del jardín de delicias llamado jardín del Edén o Paraíso. En ese idílico lugar el hombre habitó en comunión con Dios. El termino comunión implica amistad, sociedad e intimidad. Adán era el socio de Dios sobre la creación. Pero esa amistad fue rota por el pecado y no hubo otra alternativa que salir del Edén. Con todo, Dios manifestó a nuestros primeros padres su propósito de restaurar esa relación (Génesis 3:15) Puesto que Dios es perfecto, justo y santo solo puede tener comunión intima con quien es perfecto, justo y santo como lo es él. Ningún ser humano alcanza esa norma. Por eso vino Jesucristo. Él vivió una vida perfecta justa y santa a la altura de Dios y lo hizo en lugar de nosotros. Su perfección, justicia y santidad nos son atribuidas a nuestro favor gratuitamente para que podamos tener comunión intima con Dios. En gratitud vamos a querer ser santos, justos y devotos viviendo en comunión con Dios.
Oración:
Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. En esta iglesia cristiana diaria y completamente él me perdona a mí y a todos los creyentes todos los pecados. Y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y nos dará vida eterna a mí y a todos los que creen en Cristo. Esto es ciertamente la verdad. Amén.
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