
Meditación - 2021 febrero 8
Meditación - 2021 febrero 8
(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 18:11–27, Romanos 3:1–8)
CARROS DE FUEGO
Iban caminando y conversando cuando, de pronto, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en medio de un torbellino. Eliseo, viendo lo que pasaba, se puso a gritar: «¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!» Pero no volvió a verlo.
—2 Reyes 12:11–12
Cuando el Señor Jesucristo resucitó, buscó a los once discípulos. Ellos al verlo, dudaron. Por eso él le mostró sus manos y su costado y les invitó a tocarlos para que comprueben que él realmente estaba vivo en carne y hueso y que ellos no estaban viendo un espíritu. Por sus dudas, Cristo les reprochó su incredulidad. Sin embargo, casi inmediatamente después les da la gran comisión de llevar el evangelio por todo el planeta (Lucas 24:36-49) ¿Por qué Jesús asigna semejante tarea a un grupo de once incrédulos?
Según la Biblia: «Elías era un hombre con debilidades como las nuestras» (Santiago 5:17) Sin embargo en el pasaje de la meditación de hoy, Elíseo dice que Elías fue un carro y fuerza conductora de Israel. Con eso decía que Elías era como un gran ejército que defendía Israel. ¿Cómo un hombre como cualquiera llegó a ser tan especial? No fue por sí mismo, no por su propia capacidad. De Moisés se ha dicho que durante sus primeros 40 años, todo el tiempo que vivió en Egipto, creyó ser alguien importante. Después tuvo que pasar 40 años en el desierto de Madián cuidando ovejas y aprendiendo que él no era nada importante. Pero sus últimos 40 años vivió para ver qué puede hacer Dios con alguien que no es importante. Lo mismo sucedió con Elías y los once discípulos. Dios no confió en los talentos y capacidades de ellos. Dios confía en lo que él puede hacer con las personas insignificantes.
Nosotros hemos fallado a Dios muchas veces, pues no obedecemos su voluntad perfectamente (Mateo 5:48) Gracias a los méritos de Cristo somos perdonados y aceptados en la familia celestial. En gratitud vamos a querer consagrar nuestra vida al Señor y ver cómo nos usará durante nuestro tiempo de gracia.
Oración:
Oración: Señor, según tu palabra yo estaba muerto en mis delitos y pecados. Pero, en tu bondad y misericordia me perdonaste y salvaste por la sustitución que Cristo hizo a mi favor. Por medio del evangelio creaste fe en mi corazón para que pueda ser beneficiado con tu perdón. Te suplico me guardes en la verdadera fe de modo que permanezca firme en tu palabra para la vida eterna. Amén.
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