Meditación - 2021 febrero 3

(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 9, Romanos 1:18–23)

LA VIDA EN GRACIA

Alaba, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias;

—Salmo 103:2–3

Todos hemos nacido pecadores. Por tanto somos merecedores de padecer toda la ira divina por la eternidad en el fuego del infierno. Dios pudo enviarnos de una vez por todas hace ya mucho tiempo. Sin embargo, en su misericordia, él nos regala un tiempo de vida en esta tierra y así llegar a conocer qué se hizo para proveernos de nuestra salvación. Llamamos «tiempo de gracia» a esa oportunidad.

Aun conociendo cuán pecadores que somos los seres humanos, Dios no nos ha abandonado. Por el contrario «no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones» (Hechos 14:17, RV 1960 cf. Mateo 5:45) Pero no hemos apreciado la bondad de Dios, no le glorificamos como a Dios, ni le dimos gracias (Romanos 1:21). Hemos puesto como prioridad nuestra `propia gloria y nuestros propios intereses por encima de la gloria y los intereses de Dios. Por este pecado contra el primer mandamiento somos merecedores de toda la ira eterna. Jesucristo, sí puso en primer lugar a Dios (Juan 4:34; 5:19; Lucas 22:42) lo hizo en lugar de nosotros para que ese mérito suyo nos sea atribuido en nuestro favor. También recibió el castigo de toda la ira de Dios en la cruz por cada vez que hemos pecado contra este mandamiento. En gratitud vamos a querer emplear todo el tiempo de gracia que nos queda en vivir piadosa y santamente.

Oración:

Oración: Señor, por tu palabra sé que en el cielo viviremos en una continua celebración de tu amor incondicional. Pero también sé que aquí el gozo de tu salvación me mueve a vivir adorándote y sirviéndote en gratitud a tu amor y misericordia. Concédeme, mediante tus medios de gracia, crecer más y más en la fe para que, fortalecido por tu evangelio, permanezca: firme en la fe y fiel en la devoción y servicio, llevando fruto de arrepentimiento, mientras espero tu venida. Amén.

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