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Meditación - 2021 febrero 14

Meditación - 2021 febrero 14

(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 25, Romanos 4:13–17)

LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS

Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó a una montaña alta, donde estaban solos. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Su ropa se volvió de un blanco resplandeciente como nadie en el mundo podría blanquearla.

— Marcos 9:2–3

Jesucristo es Dios hecho carne. Cristo, gloria de Dios, al estar presente en medio de los seres humanos no podía ser visto en todo su esplendor. Por misericordia a la fragilidad humana cubrió su gloria con un velo: el velo de su carne. Ver a Cristo tal cual era, hubiera sido nocivo para los seres humanos. El solo pensar que un ser humano pueda estar muy cerca del sol nos ilustra cuán nocivo sería, no solo por el calor sino por su radiación misma. Mucho más lo es estar en presencia del creador del sol y las estrellas.

Poco antes de su muerte Jesús quiso permitir a tres de sus discípulos ver algo de aquella gloria suya. El texto de hoy nos describe la experiencia de esos discípulos. Esa experiencia permitió a sus discípulos entrar en conciencia de que Jesús no era solo el mejor maestro que haya existido o el más destacado de los enviados de Dios. Ellos comprendieron que Cristo era superior a Moisés y Elías. La voz del Padre habló en términos claros dando testimonio de quién era Jesucristo. Este evento junto al testimonio divino grabó en los discípulos de modo indeleble la importancia de la doctrina de Cristo, tal como lo dicen más tarde: «Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos. Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.» (2 Pedro 1:16-17). Sí, Dios solo está contento con la vida justa de Cristo y con ninguna más. Todo aquél que se presente al juicio final solo con sus propios méritos irá a la condenación eterna. Pero todo aquél que vaya solo con los méritos de Cristo gozará la salvación eterna: «El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, por no haber creído el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.» (1 Juan 5:10-12).

Oración:

Oración: Oh Dios, que en la gloriosa transfiguración de tu unigénito Hijo has confirmado las verdades de la fe por el testimonio de los santos profetas y apóstoles, y que en la voz que vino desde la nube resplandeciente manifestaste de antemano nuestra adopción como hijos tuyos: Por sus méritos, misericordiosamente haznos coherederos con el Rey de gloria y partícipes de su gozo. Amén

 

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