(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 16:38–63, Santiago 2:14–18)

TIEMPO DE ADVIENTO, DÍA DE LA SALUTACIÓN

41Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.

Lucas 1:41-42

En el Adviento encontramos un tiempo para ver versículos como este, el cual trae palabras que nos dan ánimo en la espera de la venida de Jesús por segunda vez, una salutación donde intervino poderosamente el Espíritu Santo en dos creyentes, Elizabet y Juan el Bautista. La criatura saltó en el vientre de Elizabet y el Consolador la llevó a expresar una verdad sobre María. Ella sería bendita entre las mujeres, no por ser mediadora o porque no tuviera pecado, más bien fue escogida por la gracia de Dios para que llevara dentro de si un fruto que es bendito, Jesús nuestro Salvador. Jesucristo vino a este mundo en su estado de humillación, dejando su trono de gloria para vivir entre nosotros y cambiar nuestro estado de malditos a benditos. Este estado quiere decir que estamos en paz con Dios y, además de esto, en su sangre derramada en la cruz nos compró con un alto precio, su vida entregada en sacrificio por nosotros.

Pecamos contra el primer mandamiento si vemos a María como una mediadora o como aquella que puede hacer cosas por nosotros. Ella está en el cielo por la misma fe que tenemos nosotros y el fruto que estaba en su vientre vino a salvarla a ella también. Por esto el centro de este tiempo y la navidad no es María, sino el vientre de su fruto, Jesús, quien vino a este mundo a librarnos de la esclavitud del pecado, el diablo y el mundo y vendrá para sacarnos de este mundo y estar en cuerpo y alma por la eternidad en el cielo. Este saludo de hoy nos lleva a confesar que somos benditos en el fruto del vientre de María, Jesús. Amén.

Oración:

Padre Santo gracias por darnos el perdón de nuestro pecado en este fruto del vientre, Jesús. Permite que hablemos a otros con amor de seguir a Jesús. Amén

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