(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 2:1–3:15, Hebreos 11:25–33)

TIEMPO DE ADVIENTO, DÍA DE LAS PROMESAS DE DIOS

14He aquí vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. 15En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. 16En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.

Jeremías 33:14–16

Como cristianos, usamos el tiempo denominado Adviento con el fin de prepararnos para la Navidad. La palabra Adviento significa venida, por esto recordamos como vino Jesús en su primera vez enfocados en su segunda venida. Entendiendo el contexto del pasaje para este día nos recuerda la cautividad del pueblo de Israel en Babilonia por la consecuencia de su idolatría. Durante el tiempo de la Navidad, debemos tener cuidado de la misma idolatría. Nuestra carne por naturaleza tiende a olvidar lo importante de la Navidad. Debe ser la celebración del nacimiento de nuestro Salvador quien vino a este mundo, naciendo en su estado de humillación en un pesebre para salvarnos. Fácilmente, nuestra carne nos hace dar prioridad en como celebrar esta fiesta concentrados en lo material. Puesto que por naturaleza amamos el dinero, creemos que la felicidad de la Navidad consiste en dar regalos y hacer la celebración de la familia. Pecamos en contra del primer mandamiento porque permitimos que sea él quien controle nuestras vidas.

Dios mantuvo la promesa del Salvador en medio de su pueblo infiel. De la tribu de Judá vendría el Mesías. Jeremías lo ratificó, de la casa de David vendría un Rey, predicará la Ley y el Evangelio. Este renuevo, Jesús, es nuestra justicia porque siempre amó y confió perfectamente en el Padre de los cielos. Es por esto, que en la Navidad como en este tiempo de Adviento, recordamos que Jesús es nuestra Justicia. ÉL es Dios hecho hombre quien vino a salvarnos al ofrecer su vida por nosotros. Amén

Oración:

Dios Santo, permite que tu Palabra nos mantenga vivos en la promesa de Dios, la cual enviará a su Hijo por segunda vez en su estado de Exaltación para llevarnos al cielo en cuerpo y alma. Amén.

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