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Meditación - 2021 agosto 6

(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 14:24–15:9, Efesios 5:21–33)

LA ARMADURA DE DIOS

Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza.

Efesios 6, 13

El soldado es una persona que ha decidido tomar un camino el cual está lleno de dificultades, pues habrá días que podrían ser los últimos de su vida. Ante todo esto es claramente comprensible que haya temor en su corazón e incluso pueda tambalear en su misión. Los enemigos pueden representar un grave peligro, pero el soldado no es enviado a sus misiones de manera desprotegida. No, él posee algo que le es muy útil para llevar a cabo aquello por lo que es enviado: su armadura y sus armas..

Nosotros también somos soldados, soldados del Altísimo. Y así como soldados también tendremos que pasar por dificultades y momentos que podrán causarnos una penosa ansiedad. Estas dificultades llegan a resaltar la vulnerabilidad característica de la naturaleza humana caída, la cual atenta contra nuestro bienestar físico, emocional y espiritual al grado de casi desfallecer. ¡Ah! ¿Qué otra cosa es el hombre sino la más delicada flor que se marchita con el agotador sol y se desvanece con los indiferentes vientos? Los días malos vienen, ¿y cómo no han de venir dado que el mismo hombre, devorado por su mismo orgullo y soberbia, se apartó del sumo bien y se redujo al primitivo ser perdiendo su naturaleza perfecta y buena? Ahora pagamos las consecuencias del pecado, enfermedad y muerte, discordias y dificultades, las cuales inquietan nuestro espíritu y tiene nuestra mente sumisa ante una inmisericorde presión.

Sin embargo, el Señor no nos ha llamado y enviado desprovistos e indefensos. Él nos llama a pelear esta batalla, y para ello nos ha proveído de lo más precioso y valioso que hay sobre este mundo: su divina Palabra. En ella podemos encontrar tan hermosas promesas y buenas noticias. La más grande de todas es la de la obra redentora de Cristo, quien por el gran amor por su padre y por nosotros, pecadores, tomó forma humana para padecer todo aquello que nos acongoja y pagar la deuda de nuestros pecados. Murió y resucitó al tercer día para darnos la seguridad de que nuestras maldades han sido pagadas y ahora no nos aguarda otra cosa más que la dicha del Cielo. Gócese y ármese de valor con la armadura tan valiosa que el Señor mismo le da: su Palabra. Así podrá hacer frente valientemente a todo lo que venga en esta vida.

Oración:

¡Mi divino Salvador! Me has llamado a caminar este sendero contigo, el cual está lleno de dificultades. Pero también me muestras que no lo has hecho de manera que esté desprotegido, sino que me has dado la armadura más inestimable, tu Palabra. Ayúdame a guardar tus promesas en mi corazón para poder luchar las batallas de esta vida, hasta que descanse a tu lado en la felicidad del Cielo. Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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