
Meditación - 2021 agosto 4
(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 13, Efesios 5:6–13)
EL NOMBRE DEL SEÑOR
"Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo."
Proverbios 18, 10
Muchas personas suelen tener a alguien de confianza a quien acudir en momentos especiales, sean del ánimo que hagan brotar. Recurren a ese alguien cuando necesitan consejo, ayuda o simplemente ser escuchadas. Por lo general son amigos, familiares, maestros, compañeros de trabajo o de escuela, etc... Pero es alguien que saben que no los decepcionará, sino al contrario, les prestará su apoyo. Cuando los momentos de ansiedad vienen, sus mentes inmediatamente piensan en los nombres de aquellas personas de confianza y acuden a su ayuda.
El nombre de una persona en la actualidad se ha convertido en un mero distintivo o un convencionalismo social para identificar a una persona. Pero en los tiempos antiguos era muy diferente. El nombre de alguien no era sólo eso, sino una parte fundamental de su personalidad. Reflejaba la naturaleza de la persona que lo llevaba. Donde estaba el nombre, también estaba la persona que lo poseía. El nombre era como un medio por el cual se hacía próxima la persona cuyo nombre se invocaba. ¿Qué hay del nombre de Dios? Dios se manifiesta como nuestro Creador, aquel que en un acto de amor creó todo lo que existe, y eso nos incluye a nosotros. Más, al caer en el pecado nos enemistamos con nuestro Dios, nos alejamos de su bendita Gloria y nos condenamos a los tormentos del infierno. Pero he aquí que también se ha manifestado con el nombre "Jesús", que significa "El Señor es salvación". El Señor Jesús, en el mismo acto de amor, se hizo hombre para padecer todas las consecuencias de nuestros pecados. Su preciada carne fue desgarrada por los despiadados flagelos y finalmente murió en una pesada y fría cruz empapada por su sangre rubí. Al tercer día las sábanas que cobijaron su cuerpo yacían envueltas y blancas en la piedra donde recostó, pues ha resucitado. Todo ello se debe tener presente al escuchar el nombre de Jesucristo.
Cada vez que la ansiedad comience a agitar su paz recuerde a Jesús y todo lo que significa ese precioso nombre. Invóque al Señor, hable con Él y lea su Palabra. Él nunca le defraudará y siempre estará disponible para escuchar sus plegarias. Su nombre está lleno de promesas y una de ellas es "les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo" (Mateo 28, 20). Deje que estas palabras encuentren lugar en su corazón y hallará la serenidad.
Oración:
¡Señor mío, Jesucristo! Han sido tantas las veces que la ansiedad me consume. Fatiga mis días cual sol abrasador y ahuyenta mi sueño como en las más heladas noches. Esto me desgasta y oscurece mis pensamientos, no puedo espantar tales fantasmas de mi imaginación. Hazme entonces, Señor, recordar tu bendito nombre y, al hacerlo, lo que significa, lo que en amor has hecho por mí. Dame la paz. Amén.
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