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Meditación - 2021 agosto 3

(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 11–12, Efesios 5:1–5)

NUESTRO PRONTO AUXILIO

Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar.

Salmo 46, 1-2

Al encender el televisor en la mañana, al hojear la primera página del periódico, al revisar la pantalla del teléfono móvil ¿Qué es lo que suele ver uno en primer lugar? Un terremoto ha sacudido violentamente una ciudad en nuestro país o en algún otro; un tsunami ha destrozado el hogar de varias personas que vivían en la costa; el país sufre una crisis de agua o de otros recursos naturales; la pobreza y el hambre aumentan; una nueva enfermedad ha surgido. Todas estas noticias, malas noticias, nos acompañan el resto del día. Cuando creíamos que todo estaba muy bien al haber terminado esa caliente taza con café y lavarnos con refrescante agua, estas novedades pareciera que nos vuelven la mirada a lo que es el día a día, la "normalidad". Da la impresión de que todo afuera va de mal en peor, que los cambios solo van para la ruina y el infortunio. Nuestra mente no deja de pensar en aquellas adversidades y en cómo afectan, directa o indirectamente, nuestras propias vidas. Comenzamos a imaginar escenarios donde nuestra suerte pende de un ligero y frágil hilo, que todo comienza a derrumbarse como una gran avalancha de helada nieve dirigiéndose justo hacia nosotros. Todo esto comienza a generar una gran inquietud desde nuestros adentros, que sentimos que en cualquier momento todo nos superará y explotaremos estrepitosamente.

Todas esas dificultades y aflicciones nos perturban en cuerpo y alma. Pero justo cuando pensamos que nadie puede ayudarnos, que todo está perdido, ahí el Señor Todopoderoso con voz paternal nos dice: "Yo soy tu pronto auxilio". Dios nos habla en la Escritura y nos proclama todo lo que ha hecho por amor a nosotros: entregar la vida del Señor Jesucristo a la peor muerte que puede experimentarse con el fin de reconciliarnos con el Señor y así poder llamarle nuestro Padre. Gracias a la preciosa sangre de Cristo podemos acercarnos a Dios, nuestro lugar seguro de protección. Todas esas tribulaciones que inquietan nuestra mente se desvanecen al escuchar el evangelio. ¡Mire! El Señor viene en su auxilio en los momentos angustiantes y de ansiedad, viene a mostrarle su amor en las bellas palabras de la Biblia. Dedique todos los días a leer la Escritura, y verá como en medio de las dificultades puede obtener la paz al ver las maravillosas cosas que Dios ha hecho por usted.

Oración:

¡Oh, Padre Eterno! Al mirar a mi alrededor en este mundo no hay día en que no vea malas noticias ¡y cómo no haberlas si este mundo ha caído de la gloria en la que tú lo habías creado! Estas cosas me llenan de tristeza y ansiedad, provocando congoja en mi alma. Sin embargo, Señor mío, tú me das consuelo y paz al hablarme por medio de tu Palabra, la Biblia. ¡Qué siempre recuerde tu precioso evangelio que me trae la paz! Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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