
Meditación - 2021 agosto 29
(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 41, Colosenses 2:1–7)
¿HA OLVIDADO AL SEÑOR?
Soy yo mismo el que los consuela. ¿Quién eres tú, que temes a los hombres, a simples mortales, que no son más que hierba? ¿Has olvidado al Señor, que te hizo; al que extendió los cielos y afirmó la tierra?
Isaías 51, 12-13a
Olvidar muchas veces es algo malo y, sin embargo, sucede con mucha frecuencia. Imagine que camina por la calle cuando de repente una persona lo detiene, y le dice: "¡Hola! ¡Me alegra mucho verte después de tiempo!" Pero usted no reconoce a esa persona, ¿qué pensará o sentirá ésta? Posiblemente lo entienda, pero también es posible que se ofenda y moleste, más si en algún momento hizo algo muy especial por usted y ahora no recuerda ni su nombre. Olvidar quién es una persona es olvidar su reputación y las virtudes que ha hecho, por ello es que llega a ser algo delicado olvidarse de una persona.
Probablemente habrá tenido alguna experiencia como ésta descrita, pero ¿qué pensaría si supiera que esto sucede con más frecuencia y, en consecuencia, con más gravedad de lo que imagina? En efecto, la Palabra de Dios nos da una enseñanza lamentable de la naturaleza humana: Nosotros llegamos a olvidar a Dios de manera muy frecuente. Nuestro texto de Isaías comienza con una declaración del Señor que se repite muchas veces en este libro de su profeta: "yo mismo". Con esto el Señor da a conocer su nombre, es decir, "la buena reputación del Señor". Dios desea que todos recordemos lo preciosa que es su reputación, Él es quien tuvo misericordia de pecadores justamente condenados al averno perdonándolos a causa de la gran obra de su Hijo Jesucristo. Él es quien nos adoptó por medio del Espíritu Santo como sus hijos al crear la fe en nuestros corazones, siendo ahora nuestro amado Padre. Finalmente nos dice que es nuestro Creador, quien en misericordia nos dio vida y nos provee cada día de nuestro pan diario; quien creó la naturaleza para que podamos transformarla por medio del trabajo y ofrecerla como un don a los demás y a Dios mismo.
No olvide a su Señor, diariamente acuda a las Sagradas Escrituras y recuerde el hermoso nombre de Dios. Lea y recuerde todas las maravillas que Dios le ha dado, no porque haya hecho algo para ganarlas, sino porque el amor inmerecido de Dios se las obsequia. El Señor le ha salvado y le ha preparado un lugar en el Cielo junto a Él. Recuerde todo esto especialmente en los momentos difíciles, y su alma encontrará consuelo.
Oración:
Espíritu Santo, no permitas que olvide a mi amado Señor, sino has recordar a mi corazón su nombre, su buena reputación que ha hecho cosas grandiosas para mí. Amén.
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