(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 38, Colosenses 1:15–17)

¡VENGAN A MÍ!

Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.

Mateo 11, 28-30

El sentir fatiga y cansancio es algo que nos hace caer, el peso de todo el trabajo diario hace temblar el cuerpo al punto de caer rendidos. Es posible que usted haya tenido días especialmente difíciles donde el peso de las cosas parecen sobrepasar sus fuerzas. Partiendo de la imagen del cansancio Cristo nos da un gran consuelo, el Dios hecho hombre nos hace una invitación. "Vengan a mí", ¿quiénes? "los que están cansados y agobiados". ¿Se refiere, en este caso, a los que han pasado toda una jornada bajo los ardientes rayos del sol o pasado horas sentados frente a un computador? Pues bien, sí, pero no sólo a ellos, pues a quienes Jesús describe con esas palabras abarca a todas las personas de este mundo. La "labor" y la "carga" a las que el Señor se refiere aquí van más allá de un acto físico, se refiere a la labor y fatiga espiritual. ¿Cuáles son estos? Primero está la contrición, es decir, el temblor y temor que causa el conocimiento del propio pecado. En segundo lugar la angustia, la aflicción y la congoja, el estado de sentir la posibilidad de elegir lo bueno tanto como podemos desear lo malo. Después la ansiedad y finalmente el terror del pecado y la muerte. ¿Qué significa la invitación de Cristo "vengan a mí"? Venir a Cristo significa creer que los pecados son perdonados por su amor manifestado en el sacrificio de la cruz y la resurrección de entre los muertos. Cuando creemos nuestros corazones son llevados a la vida por el Espíritu Santo mediante la Palabra de Cristo.

Muchas veces el peso de las aflicciones del mundo son como un yugo, ese travesaño de madera que se solía atar a las espaldas de los animales de tiro. Al igual que este son pesadas y nos cansan. Muchos quieren solucionar las cosas por sí mismos tratando de cumplir la ley, pero terminan atándose un yugo aún más pesado y sufriente. Pero la invitación de Cristo continúa: "Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma". Cristo nos invita a enyuntarse con él en el evangelio. Deleitándonos en el perdón de los pecados y la promesa de la vida eterna podemos soportarlo todo fácilmente, tanto en la abundancia como en la carencia, pues "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4, 18).

Oración:

Salvador amado, cuando la carga de las aflicciones de este mundo corrupto me hagan sentir agotado, ayúdame a venir a ti para encontrar descanso. Amén.

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